FILADELFIA, Pensilvania, septiembre, 173.203.82.38 -¡Qué pena! Se informa que las autoridades del régimen cubano le retiran la patente de corso al corresponsal de “El País” en Cuba, el señor Mauricio Vicent, cuya trayectoria de informador para el extranjero no habría podido considerarse adversa en ningún caso, sino más bien por el contrario, tendenciosamente pro-castrista. El diario de “Prisa” se apresura a protestar contra lo que tiene por un atropello, o más precisamente por “un atentado contra la libertad de expresión e información”. Y nos preguntamos, ¿qué puede haber suscitado la irritación de los testaferros castristas? ¿Una crítica en privado pronunciada en voz demasiado audible por el periodista? ¿Un mohín de disgusto ante la contemplación de los abusos a que son sometidas las Damas de blanco? No es ni siquiera que Vicent se atreviera a escribir, mucho menos a condenar sin tapujos estos hechos de cotidiana incordia en la sociedad cubana.
Después de todo, según reportes de la A.P. el corresponsal ha venido “informando” desde La Habana para “El País” y la red de emisoras de radio Cadena Ser, del grupo Prisa, “durante veinte años”. Muy posiblemente esta larga estadía lo acredite como el decano de los corresponsales extranjeros en Cuba, o poco menos, es decir, de aquellos que no han sido expulsados con cualquier pretexto. ¿De qué manera medrar a la sombra de un régimen totalitario —Vicent está además casado con cubana y es padre de hijos nacidos en Cuba, a los que el régimen naturalmente considerará siempre “cubanos”, es decir, sujetos al arbitrio de sus leyes— durante tanto tiempo, sin hacerse cómplice del régimen que amén de oprimir al pueblo reprime a los periodistas independientes que procuran informar al mundo de lo que sucede en Cuba?
Es justo que “El País” denuncie el atropello contra su hombre en La Habana, pero no debemos perder de vista que este periodista es de hecho un aliado del atropello que se comente contra otros periodistas sin un medio que los represente, en su propio país. Así paga el diablo a sus incondicionales cuando le parece bien hacerlo. ¿Será que Vicent se propone salir con su familia e instalarse en España al abrigo de la fama que el propio diario para el que trabaja se encargará de promover y garantizarle con argucias? ¿Se trataría de un concordato aceptable y aceptado —según algunos rumores que proceden de La Habana— mediante el cual Vicent conseguiría la autorización para sacar a su familia de Cuba, a cambio de prestarse a robarle protagonismo a los verdaderos héroes de la prensa independiente cubana para que el régimen —bajo la férula del Regente Perpetuo— se ensañe aún más contra ellos?
No dudo que con buen olfato, Vicent se huela la explosión del polvorín que se aproxima, por la cercanía de la pólvora, y se haya agenciado una reprimenda que le sirva para seguir sirviendo hasta cuando ya no les sirve a quienes tan bien ha servido, “El País” y Prisa incluidos.
Rolando D. H. Morelli, Ph.D., es narrador, poeta y ensayista cubano exiliado. Pertenece al Pen Club de escritores. Co-fundador y director de las Ediciones La gota de agua. Reside en Philadelphia.