MARYLAND, Estados Unidos, mayo, 173.203.82.38
“…la defensa de…nuestras plazas y calles…primer deber de todos los patriotas cubanos…”
Raul Castro, VI Congreso del PCC.
-Maestro, los hechos contradicen sus palabras, le dijo el discípulo al filósofo alemán George Wilhelm Friedrich Hegel, a lo que este ripostó: “tanto peor para los hechos”.
Mayo 2 de 1980. Un nutrido grupo de ex-prisioneros políticos hacia fila frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en la Habana a fin de gestionar su visa de entrada a este país. Era una rutina diaria que apenas llamaba la atención de los transeuntes. Pero ese día todo fue diferente. De varios camiones bajaron numerosos hombres con palos, cabillas y cadenas y la emprendieron a golpes contra los allí reunidos sin distinguir hombres o mujeres, mientras los policias allí apostados hacian caso omiso de la brutal agresión.
Este hecho se recuerda por las consecuencias inmediatas: Wayne Smith, jefe de la Sección de Intereses abrió las puertas del consulado para dar refugio a los agredidos y allí permanecieron hasta que semanas más tarde pudieron abandonar la isla.
Lo ocurrido tuvo entonces, para mí, una connotación muy especial. Yo había llegado a Costa Rica un par de semanas antes en uno de los aviones que trasladaron a los asilados en la embajada del Perú y un periodista de la emisora local Radio Reloj, me habia contactado telefónicamente a fin de concertar una entrevista para la radio. Viajaba a la Habana invitado a los actos del Primero de Mayo, su primer viaje a Cuba y su propósito aparente era que yo comentara ante los micrófonos sobre el acontecer cubano.
Accedí gustoso y quedamos en vernos al día siguiente en un centrico hotel capitalino, pero durante la breve conversación ya me hizo algunas preguntas y a todas me argumentaba. Era el un ciego simpatizante de la Revolución cubana y al punto le cuestioné si lo que buscaba era discutir conmigo sobre el tema o difundir mis vivencias. El diálogo lo suspendió y nunca acudió a la cita.
Pero, cosas que tiene la vida. Ocurre que, por casualidad, el enamorado del castrismo se encontraba el dos de mayo frente a la Sección de Intereses y fue testigo presencial de lo ocurrido. Cual no fue su sorpresa cuando más tarde escuchó a Fidel Castro asegurando ante las cámaras de la Televisión Nacional que los ex-presos contrarrevolucionarios habían agredido al pueblo y el pueblo se había defendido. Como si tal cosa fuese poco, el costarricense comentó con periodistas del régimen semejante tergiversación de los hechos y la respuesta que recibió fue que lo que el había presenciado no era la realidad, sino lo que Fidel había dicho.
No llegué a conocerle, pero en cambio si pude escuchar el honesto y en mi opinión desgarrador reportaje radial que hizo a su regreso del paraíso, evidenciando su triste desilusión con el sueño revolucionario cubano y, si mal no recuerdo, el desconsuelo de otros miembros de la delegación tica a los actos del Día de los Trabajadores en Cuba. Por el mismo motivo.
Castro, de paso, quizás desconocía –o no le importaba- que el edificio de la calle Calzada tuviera cámaras en sus pisos superiores enfocadas hacia la calle por lo que yo, como otros tantos, a miles de kilómetros de distancia, pude ver en los noticieros la Tele local la no-realidad revolucionaria de las imágenes captadas para la Historia.
Leopoldo Perdomo es un periodista independiente radicado en Maryland.