LA HABANA, Cuba -La última ocurrencia de los estrategas de café con leche que se dedican al acoso permanente contra los boteros, es que ahora a ningún almendrón, porte o no la identificación de taxi, se le permite llevar o recoger a extranjeros en la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí. Sólo pueden hacerlo los taxis estatales. Y por otro lado, en la Terminal 2 (la de los vuelos a Miami), los almendrones particulares están obligados a pagar 3 cuc por el parqueo, por breve que sea su estancia para recoger o llevar a pasajeros, incluso a los propios familiares. Quien se detenga en cualquier sitio que no sea el parqueo para que un pasajero baje o suba, es multado por los policías que permanentemente hacen guardia en los alrededores, a la caza de ingenuos y desavisados.
No en balde entre los boteros se comenta que cada día hay menos almendrones circulando en La Habana, debido a la abusiva saña de que son víctimas por parte de inspectores y policías. En verdad se precisa de aguante y necesidad para trabajar bajo tales presiones. Casi a diario aparecen nuevas regulaciones y nuevos métodos de asedio. Vencerlos por cansancio parece ser la consigna.
Un viejo empeño del gobierno cubano (pero mientras más viejo menos realizable) es hacerle creer a la gente que al fin está en camino de dar solución a la crisis del transporte público. Da ganas de reír, aunque no es para risa la retahíla de estrategias engañabobos que ha puesto en órbita en los últimos años, todas dirigidas a ganar tiempo para no verse obligado a soltar de su puño absolutista un sistema de servicios que jamás consiguió hacer que funcione debidamente y que ahora menos que nunca podría conseguir, a no ser que al fin decida traspasarlo a la empresa privada o al concurso de auténticas cooperativas.
Hace una década anunció que disponía de una inversión de 2 mil millones de dólares para reestructurar, en un período de cinco años, el servicio de ómnibus urbanos en La Habana. Pero el tiempo ha transcurrido y aquel plan parece haber pasado a la historia. Desde luego que no había sido el primer falso amago, ni fue el último. Planes y maromas verbales es lo único que jamás escasean. Y de todo tipo, desde el cuantioso lote de ómnibus que dijo haberle comprado a China, hasta el diseño de cooperativas amañadas que fracasan desde su inauguración, por lo mismo de siempre, porque no quiere soltar prenda.
Según datos de la prensa oficial, a fines del año 2005, el número de ómnibus que circulaba en la capital se había reducido, de 2.700 a 700, durante un período de 17 años. Yo no veo que la situación haya mejorado desde entonces para acá. Sin embargo, los planes y las promesas continúan en alza. Ahora mismo la prensa oficial está cacareando otro nuevo proyecto. No digo que mientan, digo que sueñan, o que les da gusto hacer soñar gratuitamente a la gente.
Luego, para peor, cada vez que sueñan con la posible solución de la crisis, su primera reacción es emprenderla contra los choferes de estos viejos autos salvavidas.
Con todo y sus insuficiencias y sus altos precios, si los boteros dejaran de funcionar mañana mismo, quedaría paralizada La Habana. ¿Lo ignoran el gobierno y sus burócratas planificadores? ¿O será que lo saben y no les importa? De otro modo no nos explicamos el bruto ensañamiento con que una vez más le han caído arriba a esos luchadores de la calle gracias a los cuales todavía los habaneros pueden llegar alguna que otra vez temprano a su destino.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en las siguientes direcciones: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0 y www.plazacontemporaneos.com Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/