LA HABANA, Cuba. – Han pasado sin penas ni glorias las celebraciones realizadas en Santiago de Cuba por el Aniversario 62 del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Ellas sirvieron también para rememorar el medio milenio de la fundación de la capital oriental.
El discurso central estuvo a cargo del laborioso e incoloro doctor José Ramón Machado Ventura; también hubo una intervención del señor Lázaro Expósito, primer secretario del partido único en la provincia. En esas alocuciones se ha puesto de manifiesto, una vez más, toda la orfandad que exhibe el castrismo en el campo de los hechos y las ideas.
El octogenario médico, en su perorata, comenzó por afirmar que “las palabras de ayer del compañero Eusebio Leal… acerca de los cinco siglos de existencia de Santiago de Cuba, me eximen de dar detalles históricos”. Pese a ello, de las cuatro columnas que ocupa su discurso en el Granma, las dos primeras y parte de las otras están dedicadas justamente a recordar épocas pretéritas. ¡Hasta a los aborígenes que resistieron la colonización se remontó una vez más Machado Ventura!
Se repite así lo que mis tres hermanos de causa y yo, refiriéndonos al castrismo, señalamos hace 18 años en el manifiesto La Patria es de Todos: “Se trata —pues— de un régimen anclado en el pasado, que vive en el pasado, y un pasado bastante remoto”. El mismo doctor lo corrobora: “Trabajamos para que las actuales y futuras generaciones de cubanos mantengan por siempre vivo el legado glorioso y digno de los próceres de la Patria”.
Sobre épocas más recientes, el galeno sólo mencionó las reparaciones realizadas tras el paso del huracán Sandy. No faltó la nota triunfalista sobre “la extraordinaria restauración de esta ciudad”, ¡pero hecha al cabo de casi tres años de la catástrofe! En otro orden de cosas, el Segundo Secretario del Partido hizo un breve resumen de los aspectos fundamentales de la política gubernamental.
A diferencia de lo que durante decenios resultó lo habitual en este tipo de conmemoraciones, brillaron por su ausencia las alusiones claras a los planes esbozados de cara al futuro. Apenas cabe resaltar la nebulosa alusión que hizo el orador principal al VII Congreso del Partido —a celebrarse en nueve meses— y a su misión de “pasar balance a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social”. ¡Menuda esperanza!
Por su parte, el Primer Secretario Provincial, aunque un poco menos impreciso en sus afirmaciones, se refirió apenas a los supuestos “resultados alentadores en el cumplimiento de los planes económicos”. También aseveró que “los polos productivos del territorio cumplen su programa de siembra y se empeñan en consolidar los programas especiales de la ganadería”.
Resulta probable que esas vaguedades, esa ausencia de perspectivas concretas, es lo que haya inclinado al Jefe del Estado a asistir al acto como mero espectador. No obstante, dijo algunas frases: “No podía pasar por aquí sin decirles algo. Tres palabras o cuatro. Me voy con la fiel esperanza de que siempre Santiago siga siendo Santiago”, expresó. Como es obvio, se trató de un pronunciamiento informal; de una simple viñeta con la que cerrar el opaco acto dándole un poquito de colorido.
No lo entendieron así los apapipios del Granma, que se consideraron en el deber de utilizar esa frase final del General de Ejército, aliterativa y aun redundante —pero, sobre todo, nada pretenciosa— en titular —con gran destaque en rojo— de la entrega de su periodiquito correspondiente al día 27.