SAN JUAN, Puerto Rico.- Tras seis décadas de dictadura castro-comunista, el régimen no ha podido desarrollar una economía productiva y autosuficiente capaz de levantar el nivel de vida de los ciudadanos cubanos y garantizar su prosperidad y bienestar.
De hecho, todavía hoy la economía de Cuba no cesa de hundirse en su constante estado involutivo, y a 60 años del advenimiento de la tiranía castrista, el país atraviesa por una seria crisis alimentaria. Escases de productos y alimentos que, en mayor o menor grado, nunca ha dejado de existir, y prueba irrefutable de ello es que el régimen no ha podido eliminar la libreta de racionamiento y mantiene un restrictivo control de acceso a los productos para los ciudadanos. La pobreza es una constante en la sociedad cubana. Un hecho que demuestra de forma irrebatible la total ineficiencia y fracaso del sistema económico estatizado imperante en Cuba.
Agudiza este mal el hecho innegable de la privilegiación en cuanto a la adquisición de los productos en favor de la alta cúpula gobernante, compuesta por una minoría agrupada bajo el Partido Comunista de Cuba (PCC), que controla absolutamente el poder, conformando una casta inamovible y hermética con poderes omnímodos sobre toda la sociedad.
En Cuba impera un modelo bi-clasista compuesto por la minoritaria clase alta del políticamente monopólico Partido Comunista de Cuba, y una mayoritaria clase baja integrada por el empobrecido, explotado y oprimido pueblo trabajador.
A lo largo de la historia ha quedado probado que el sistema marxista-leninista de control económico estatal solo genera pobreza, injusticias sociales y desigualdades. Los ejemplos pululan. China vivió décadas de empobrecimiento, hasta que el partido comunista tuvo que desechar el modelo de estatización y abrirse a un formato más apegado a la economía de mercado, en una mutación que se asemeja más al modelo de estado corporativo del fascismo. En Rusia, de igual manera, tras décadas de fracasos económicos, se despojaron de la economía estatizada y adoptaron el modelo de la economía de libre mercado. Ninguno de los países de Europa del Este, tras desplomarse la URSS, continuó con el modelo centralizado de la economía comunista, sino que abrieron sus economías al libre mercado y todos, en mayor o menor grado, florecieron desde el punto de vista económico.
En el reverso de esa historia, hoy estamos observando como Venezuela, un país bendecido por extraordinarios recursos naturales, además de poseer grandes reservas de petróleo, se hunde en la pobreza, la miseria y la escasez crónica de alimentos y medicinas, por pretender buscar el control estatizado de la economía.
Está probado: El comunismo económicamente NO funciona, pues solo empobrece a los pueblos hundiéndolos en la más atroz miseria, a costa de generar severas injusticias, tales como la privilegiacion económica en favor de las minorías que ostentan el poder.
El pueblo de Cuba tiene que sacudirse el modelo comunista y abrir el país a una economía de mercado libre, amplia y participativa de todo el pueblo, con plena libertad para la generación y tenencia de libertad empresarial, con plenas garantías a la propiedad privada, tanto de los bienes de consumo, como los de producción.
En otras palabras, se requiere que el campesino sea propietario en pleno y total derecho de la tierra, y que tenga garantizado su derecho a producir y acceder libremente a los mercados para vender sus productos, y recibir ganancias de su gestión agrícola y disponer de ella según disponga.
Se requiere que se les garantice a todos los ciudadanos el derecho a invertir, a emprender y poseer en pleno derecho la propiedad de su negocio o industria, sin asfixiantes impuestos onerosos y excesivos, con total libertad para acceder plenamente al mercado y a percibir y disfrutar libremente del fruto de sus ganancias.
El estado no debe estrangular a las empresas, sean agrícolas, industriales, de comercio o de servicio imponiendo impuestos que coartan el desarrollo de la economía de mercado. Así como tampoco deben estar sometidas a regulaciones en extremo limitantes que sol van en contra del desarrollo y la operación de las empresas. Por el contrario, debe estimularlas e incentivarlas.
Del mismo modo, el pueblo debe tener derecho a acceder libremente a los mercados de bienes y servicios para satisfacer sus necesidades, adquiriendo los productos y servicios que entienda, necesite y desee, y que estos sean vendidos en la única moneda nacional; la misma en que gana su salario, y a precios accesibles a su bolsillo.
Más aún, los trabajadores no deben estar sujetos a salarios de miseria, sino han de tener un sueldo razonable y digno que verdaderamente les sirva para su sustento y el de sus familias, y para poseer una vida de bienestar y prosperidad.
Empero, como condición ‘sine qua non’ para lograr esa libertad de mercado, que abra las puertas del progreso y el bienestar de todo el pueblo cubano, se requiere primero sacar radicalmente del poder a la anti-popular casta gobernante del Partido Comunista de Cuba, y establecer bajo un nuevo estado de derecho un sistema social, económico y políticamente pluralista, democrático y de respeto pleno a los derechos humanos y a las libertades ciudadanas. Porque de ese modo, abriendo el país a la democratización, al respeto de los derechos humanos y al libre acceso a la economía de mercado, se puede forjar una economía prospera y participativa, donde nunca falte el pan en la mesa de ningún cubano y estén cubiertas todas sus necesidades dentro de un sano y amplio marco de libertad política, social y económica.
Esto nos abrirá las puertas para poder forjar un país como nos lo planteó José Martí: “Con todos y para el bien de todos”.