BILBAO, España, abril, 173.203.82.38 -Estoy seriamente preocupado. Puede que el gobierno cubano esté preparando otro de sus zarpazos, y puede que este sea -por su carencia de maniobrabilidad en el plano internacional- contra los más débiles, contra la oposición interna de la isla. Jimmy Carter, ex presidente de los Estados Unidos, acaba de concluir una visita privada de tres días a Cuba, respondiendo a una invitación de Raúl Castro, y esto, para nada, deja buenos augurios. La relación o vínculos que ha tenido el Premio Nobel de la Paz 2002 con el gobierno de la isla -el mismo que encontró cuando asumió la Casa Blanca en 1977- ha dejado siempre un sabor amargo al pueblo cubano.
Recordemos que en el transcurso de su presidencia, Carter, con la mejor de las intenciones, trató de establecer un acercamiento con La Habana. Muchos creyeron que lo lograría, mas el resultado fue funesto para él. Fidel Castro, quien solo sigue la ruta de sus caprichos y ambiciones, como respuesta, continuó enviando sus mercenarias tropas a Angola y le regaló, para la desgracia electoral del sonriente demócrata, el éxodo del Mariel en la primavera de 1980, en el que más de 125 mil cubanos desembarcaron en las costas de la Florida en ocho meses.
En marzo de 2002, representando la fundación que lleva su nombre, Carter visitó La Habana por espacio de seis días. No cabe dudas, fue un acontecimiento histórico. Era la primera ocasión en que un ex presidente estadounidense pisaba suelo cubano. No pocas fueron las expectativas. El mundo esperó resultados positivos. Castro, para enviar un falso mensaje de tolerancia a la audiencia internacional, le prestó al distinguido visitante uno de los dos canales televisivos que en aquel entonces existía en la mayor de la Antillas -monopolizados por el gobierno- para que pronunciara, en vivo, una conferencia magistral que fue ofrecida en el aula magna de la Universidad de la Habana, ante la presencia de la plana mayor del Estado cubano, entre quienes estaba el mismísimo Comandante.
Sin dudas, su discurso fue excelente, un mensaje claro y directo al pecho del viejo dictador quien evitó, a toda costa, demostrar su incomodidad ante las cámaras. Carter habló de democracia, aperturas, derechos humanos y libertades. Incluso, conminó a Castro, a que aceptara el referéndum que pedía el Proyecto Varela, respetará tal iniciativa ciudadana y a sus promotores. Finalmente, Castro, también permitió a Carter, reunirse con 23 miembros de la oposición interna, en una formidable residencia de la privilegiada zona de Miramar, donde vive la encumbrada elite de la dirigencia comunista.
Hasta los más escépticos calificaron la visita como exitosa. Pero, ¿Cuál fue el resultado? Realmente catastrófico. Castro no solo se negó a mover un ápice para traer la democracia a Cuba, sino que tres meses más tarde modificó la constitución para declarar inamovible al socialismo criollo. Justo un año después de aquella publicitada visita de Carter, el obstinado comandante ordenó una cacería de brujas contra 75 pacíficos opositores y periodistas independientes, 41 de los cuales habían sido gestores del Proyecto Varela. En esta arremetida que a nivel internacional se conoció como la Primavera Negra, cayeron incluso algunos de los opositores que se habían reunido con Carter.
Es por esto mi temor. Castro no escucha; solo manipula. Bien es sabido que la primera gestión diplomática que desde hace casi diez años está llevando Cuba a nivel internacional es lograr la libertad de sus 5 espías presos en los EU. “Solo les digo una cosa: …VOLVERAN”…, fue la vehemente promesa de Fidel al pueblo de la isla en el 2001. Por tal motivo fue que Castro ordenó el secuestro de los 75. No había pasado un mes de este represivo suceso cuando La Habana, por vía diplomática, le propuso a Washington, un canje de prisioneros. La actitud mafiosa de Castro, más que inaceptable, era ofensiva. Cambiar a cinco terroristas por un número que representaba quince ciudadanos por cada uno de ellos resultaba inadmisible. Pasados los años, mostrando el desespero del régimen, el propio Raúl reiteró en Brasil de forma pública y desfachatada la tan vergonzosa propuesta. Días después respaldaba la escapada declaración en una de sus ya habituales reflexiones el ya enfermo Comandante.
El caso de los 75 a los Castro era un obstáculo que había que eliminar. Pero, antes de liberarlos, los Castro necesitaban tener otra moneda de cambio para negociar con el gobierno estadounidense. La obtuvieron, finalmente, en diciembre de 2009, y la exhibieron como zafiro azul. Fue, al contratista norteamericano Alan Gross, quien había sido detenido por la Seguridad del Estado cubana, por distribuir en la comunidad judía de la isla, equipos de comunicación satelital.
No quiero restar importancia al martirologio de Orlando Zapata Tamayo, ni al sacrificio de Guillermo Fariñas, ni a la valiente actitud de las Damas de Blanco. A todos los recoge la historia como grandes luchadores por los derechos y las libertades. Pero, los hechos son los hechos, y en política no se puede vivir de romanticismos. Si no hubiese caído Alan Gross, los 53 de los 75 que quedaban en prisión y que, a cuenta gotas, fueron liberados, a partir de julio del pasado año -41 de ellos, desterrados para España-estoy convencido que estaríamos, aún tras las rejas.
Días antes de la segunda visita de Carter a Cuba, fueron liberados los dos últimos de aquellos presos de conciencia. El caso de la Primavera Negra desaparecía de la agenda de Carter, como lo fue, en su primer viaje, el caso del prominente opositor Vladimiro Roca Antúnez quien fue excarcelado cinco días antes de su llegada a La Habana.
En este segundo viaje, los Castro para nada deseaban que la conversación con Jimmy Carter se diluyera en otros temas que no fuera el referente a Gross. Por eso fue invitado a la isla y recibido por ambos de forma privada. Sí, también se reunió con el Cardenal Jaime Ortega, con la comunidad judía y con la oposición interna. No se puede pasar por alto que éstos ya forma parte del protocolo castrista, son coletillas que los Castro no desean, pero que pertenecen a su entramado político.
Allan Gross es “inocente”, fue lo más significativo que dijo Carter, al término de su visita. Su consideración tiene suma importancia para Gross, su familia, los estadounidenses y para el mundo justo y democrático. Pero, para Castro, no. El solo quiere dejar claro que en Cuba, se hace lo que al dictador le venga en gana. Al que le guste, bien; y al que no, también.
Al decir que Gross es inocente, Carter reforzó su imagen de político influyente, justo e imparcial, dedicado de lleno a labores humanitarias, y a sacar del atolladero a quienes no encuentran salida a su desgracia. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara. Si tú me das, yo te doy: es la política chantajista del mayor de los Castro. Es esa su naturaleza. Que Carter prepare el camino. Que hable, que diga, que condene, que se reúna con quien quiera. No importa, la petición está hecha: Si me traes a los cinco, te llevas a Gross.
Sí, como la vez anterior, muy positiva fue la reunión, de unas tres horas, que sostuvo Carter con la oposición, con blogueros, con la Damas de Blanco y con diez de los doce del grupo de los que fueron liberados, recientemente, y que decidieron quedarse en Cuba. Este encuentro atrajo a toda la prensa acreditada. Lo que se habló no trascendió. Carter pidió discreción. La prensa solo recogió las declaraciones de los opositores cubanos en favor de las libertades y derechos humanos en Cuba. Son mensajes claros y firmes, e incluso, temerarios, en pos de los cambios pacíficos en la isla, que, por desgracia, el gobierno ignora.
Más, hay un elemento político escondido, que no se ha dicho pero que esta presente. El ex presidente Carter, ducho en política internacional, ha dejado un mensaje explicito, digno de imitar, al mundo y en especial a la Unión Europea. Fue un mensaje solidario con los pacíficos esfuerzos que realiza la oposición interna por los cambios democráticos en Cuba. Fue un mensaje de acercamiento y reconocimiento hacia ellos. Carter, con su reunión dejó claro que la oposición cubana también tiene criterios, que tienen proyecciones e ideas, que también deben ser escuchados y que tienen que ser reconocidos como una fuerza política alternativa que busca, a pesar de las dificultades y riesgos a que se enfrentan, un destino promisorio para todos los cubanos. Carter al reunirse con la oposición dejó claro que apuesta por la transición y no por la sucesión en Cuba.
En mi opinión fue esto lo peligroso de su visita, al menos así yo lo veo. La oposición cubana corre nuevo peligro; puede ser víctima de un nuevo zarpazo de la fiera desplazada. Castro no admite bajo ningún concepto la competencia. Por encima de él, ni la ley. “Quien me haga sombraaa… se vaaa…”, decía jocosamente un reconocido humorista en Cuba. Por cierto, el programa televisivo que el conducía, en el que de forma repetida mencionaba esta coletilla, duró solo dos meses.
Ojala nada pase, pero sería bueno estar preparados.
Omar Rodríguez Saludes es un ex prisionero del Grupo de los 75 recientemente desterrado a España.