MIAMI, Florida, septiembre, 173.203.82.38 -Me tomo la osadía de analizar un artículo del periodista Fareed Zakaria de la CNN aparecido en el sitio digital Progreso Semanal.
Tengo la impresión que algunos periodistas al publicar un artículo de opinión se documentan de otros artículos sobre el tema que aparecen en otros medios informativos, pero cometen un error, quizás apremiados por la hora del cierre de la edición su apuro limita la revisión de la información inherente al tema y su opinión está limitada por esta causa, es entonces que tercia la opinión política personal lo que tiende a influenciar la opinión pública cuando la imparcialidad es condición “sine qua non”, inherente del periodismo. Coincido con los de Fox News en su lema “Fair and Balanced”.
Es claro que mezclar mangos con manzanas no siempre resulta en brebaje potable y el tema Embargo-USA-Cuba es difícil de tragar después de estar en la mesa durante la friolera de 52 años, está fermentado y las moscas han hecho de las suyas. Pero en fin, sigue ahí esperando que el lector lo apure de un tirón, cerrando los ojos y esperando una diarrea.
Todos sabemos que el petróleo ha sido refinado en disímiles productos desde combustibles hasta lubricantes para impulsar nuestros autos, generar electricidad y miles de usos más pero hay un uso que olvidamos. El petróleo ha puesto en movimiento tiranías, dictaduras y ha causado conflictos en que han muerto decenas de miles de seres humanos. Los lubricantes han facilitado que gobiernos tiránicos tengan voz y voto en los foros internacionales y sus enviados y embajadores hayan sido recibidos con todas las normas protocolares e incluso agasajados en casas presidenciales y congresos.
¡Oh! ¡El petróleo, lo necesitamos! Su adicción nos vuelve guiñapos morales de aceptar todo por llenar el tanque de nuestros autos, de tener la seguridad del aire acondicionado o calefacción en nuestros hogares. No podemos vivir sin él, es cierto pero dándomela de moralista pregunto: ¿Es que esa dependencia nos hace mirar hacia otro lado? ¿Es que la necesidad de tenerlo cerca y cualquier precio nos hace aceptar que nuestros gobiernos olviden o echen a un lado la moral más elemental?
Señalo un ejemplo. El Sr. Muammar el Ghadafi gobernó su país por más de cuatro décadas, fue el responsable él y sus órganos de seguridad de preparar y ejecutar el atentado de Lockerbie donde perdieron la vida en un instante más de trescientas personas, al cabo del tiempo este entrego a la justicia escocesa el organizador de la masacre, enjuiciado y condenado, permanecía en prisión. No transcurrió mucho tiempo en que los países europeos estaban perforando y extrayendo petróleo libio para calmar su adicción. “Aquí paz y en el cielo gloria”.
El asesino principal en sus ropajes estrambóticos ascendió al podio de la ONU y desbarro estupideces aplaudidas por la cohorte de enanos morales que llenaban el salón. Un juez liberó al que esgrimió el puñal homicida por motivos humanitarios. “Aquí paz y en el cielo gloria”.
Pero hay algo que el Sr. Zakaria olvida, hay hombre y mujeres en que la paciencia se les agota, que vivir en libertad es algo así como el agua para la vida. Y de buenas a primera abren el pecho a las balas, recogen la piedra o el fusil y atacan a la bestia. Si! la bestia alimentada por esos países adictos al petróleo es acosada y sacada de su cubil. Pudo más el pueblo libio que toda la Europa, que todo el Mundo. Los valores de un pueblo valen más que todos ellos. Aprendamos de ellos, y de los egipcios y de los sirios, de los iraníes que luchan contra las bestias tiranas.
¿Es que el pragmatismo zakariano puede dictar normas morales? ¿Es que el pueblo cubano no merece ser libre? ¿Es que levantar el embargo, por causa de la adicción al petróleo, no perpetuaría el régimen castrista otro medio siglo? ¡Perdone Ud. Sr. Zakaria, Ud es un canalla!