GUANTÁNAMO, Cuba. ─ Desde hace algo más de dos años en Cuba se vive una escalada represiva que no ha hecho más que aumentar como consecuencia de las protestas ciudadanas. Lo que antes era inusual hoy es casi cotidiano.
Los efectos del embargo ─que realmente existen, pero también son usados como justificación de la incapacidad económica de la dictadura y la inmodificable intención de controlarlo todo que la acompaña ─, así como los de la COVID-19, se han unido para potenciar el creciente descontento de una ciudadanía que lucha por hallar vías pacíficas de expresión y empoderamiento.
Creo que Cuba se halla en un momento definitivo de su nacionalidad y que el espíritu intolerante de la metrópoli, que la República trató de borrar hasta que fue reinstaurado por la dictadura de los Castro, será eliminado definitivamente, sean cuales fueren los sacrificios que tengamos que hacer para lograrlo.
La represión se ha ensañado contra todo aquel que se atreva a disentir. No importa que su accionar esté despojado de violencia, pues tener el control absoluto de los medios, de la policía, de los fiscales y los tribunales constituye la garantía del Estado para manipular a la opinión pública internacional y a parte de la nacional. En Cuba quien protesta pacíficamente y es golpeado por la policía resulta acusado por la presunta comisión de un delito de Desorden Público y quien golpea a una mujer es la víctima de un delito de Atentado, como ocurrió en el caso de Humberto López.
El secuestro de los ciudadanos, su abandono posterior en cualquier carretera a altas horas de la noche en estado de semidesnudez, el robo de teléfonos celulares y dinero, las golpizas, el uso de técnicas de psiquiatría prohibidas por la legislación internacional, el enclaustramiento obligado en los domicilios de los opositores y periodistas independientes impidiendo el ejercicio de su derecho humano a la libertad de movimiento, la detención ilegal y arbitraria, la fabricación de causas penales, la imposición de severas condenas de cárcel por levantar en la vía pública un cartel en contra del gobierno, amenazar, insultar y linchar mediáticamente a quienes se les oponen es ya una marca de identificación de nuestro país, aunque jamás sea reflejada en las postales turísticas lanzadas hacia el extranjero.
Recientemente la ola represiva se ha ensañado con jóvenes artistas y periodistas independientes cuyo “delito” ha sido solidarizarse con Luis Manuel Otero Alcántara o expresar artísticamente sus ideas. ¡Qué buen homenaje al próximo sesenta aniversario de “Palabras a los Intelectuales”! ¡Qué buen ejemplo de diálogo y tolerancia!
Salvo honrosas excepciones la comunidad internacional mantiene un silencio cómplice que delata cuál es la identidad moral de quienes la representan.
El régimen continúa manipulando a la opinión pública nacional e internacional. Afirma que opta por el diálogo para resolver las diferencias, que el partido comunista es el partido del pueblo y debe representar a todos los cubanos, que los derechos son para todos sin exclusión y otras lindezas que sólo pueden ser creídas por alumnos de una escuela para perfectos imbéciles pues en el imaginario colectivo cala cada vez con más fuerza la certeza de que las autoridades cubanas practican como política la mendacidad y el cinismo con una falta de escrúpulos alarmante.
Nuestra cotidianidad está marcada por la práctica de un indudable terrorismo de Estado que se ejecuta con la precisión de un mecanismo de relojería. Y a pesar de ello y de lo que en Cuba representa hoy ir a prisión por cualquier causa ─mucho más por una política─ todavía hay cubanos que se atreven a salir de la zona de confort que garantiza la humillante sumisión.
Hace poco los medios informaron que el reconocido músico Leoni Torres había participado junto con el afamado sonero Willy Chirino en un proyecto musical. Eso bastó para que los talibanes del castrismo arremetieron contra el joven talento de la música cubana, quien se destaca por componer canciones sugerentes y cargadas de belleza , muy diferentes de los bodrios que retransmiten todos los días por el canal Cubavisión una vez terminado el noticiero estelar de la televisión cubana. Intentando desprestigiarlo lo han culpado de tantas cosas que muchas moverían a risa si no fuera porque ante tal trance Leoni Torres tendrá que plantearse la disyuntiva del exilio o la del insilio discriminatorio.
Concomitantemente con este suceso han sido detenidos en La Habana todos los artistas que estuvieron vinculados desde Cuba a la realización del video clip promocional de la canción Patria y Vida, devenida en pocos meses de existencia ─y a pesar de estar prohibida su difusión en la isla─ en un suceso cultural de genuina trascendencia política y ciudadana, algo que no han logrado la más de una decena de bodrios concebidos a la carrera para contrarrestarla.
Por esa razón, los coautores de la canción (Asiel Babastro, Alexander Delgado, Randy Malcom, Anyelo Troya, Descemer Bueno, Eliezer Márquez y Yotuel Romero) lanzaron este jueves 27 de mayo una declaración pública condenando el secuestro, la desaparición, la detención y el procesamiento de todos los artistas coautores del video clip Patria y Vida que viven en Cuba. En estos momentos, esos creadores son las víctimas de lo que los artistas cubanos exiliados que claman por su liberación no dudan en calificar como otra “Primavera Negra”, en recordación de la ola represiva desatada por Fidel Castro contra opositores pacíficos y periodistas independientes a principios de este siglo.
Hasta el momento en que redactamos este trabajo el importante documento ya cuenta con el respaldo de Dita Charanzová, Vicepresidenta del Parlamento Europeo, de Javier Nart, Soraya Rodríguez y José Ramón Bauzá, de Renew Europe, y de Leopoldo López Gil, del Partido Popular Europeo.
La dictadura cubana no acaba de entender que ya sus promesas reiteradamente incumplidas no bastan para insuflar esperanzas a un pueblo que está hastiado ante sus constantes exigencias de sacrificios, mientras quienes lo dirigen no sólo no acaban de acertar en cuanto a la implantación de una economía medianamente capaz de satisfacer necesidades elementales sino tampoco en crear un clima de respeto en la relación Estado-ciudadano, mientras llevan una vida de millonarios a costa del sacrificio del soberano.
El castrismo va cuesta abajo desde hace tiempo. Me atrevo a afirmar que desde su nacimiento, porque estuvo vinculado ab initio con la traición y nada desleal puede ser validado, por mucho que transcurra el tiempo y por muy eficaz que sea la manipulación histórica que cotidianamente ejecuta.
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