LA HABANA, Cuba. — Directivos, funcionarios, voceros, amanuenses, correveidiles y tracatanes que apoyan la narrativa oficial de la lucha contra el presunto “colonialismo cultural” se relamen de gusto con la programación televisiva conformada para esta temporada estival. Y es que, según anunció Falconeri Escobar, el jefe de programación de Cubavisión, más del 70% de lo que se transmitirá este verano será hecho en Cuba.
Se informa que de las 400 horas previstas a transmitir de programación infantil y juvenil 300 serán cubiertas con programas cubanos.
A las ya esporádicas o casi nulas presentaciones de animados de Walt Disney en la TV cubana se le opondrá, para preservar la identidad nacional y la pureza ideológica, un muro hecho de bagazo y marabú.
No importa el feo diseño de la mayoría de los animados nacionales, el teque y carácter adoctrinante de los engendros dramatizados para niños y adolescentes: lo primordial es alejarse del colonialismo cultural y mantener presentes los símbolos de la cubanía, según es entendida por los mandamases comunistas.
Presumo cómo será el enfrentamiento a la invasión hollywoodense. Seguramente, en lugar de Tom y Jerry y Mickey Mouse, utilizarán a Guaso y Carburo y el Capitán Plin, tan típicas en nuestros basureros y edificios derrumbados. El gato Silvestre y el canario Piolín serán sustituidos por el atorrante Pepe y Cecilín y Coty, defensores de la revolución y el socialismo.
No dudo que la explotadora y deformante Blancanieves con sus siete enanitos sea sustituida en las pantallas de los televisores cubanos por Fefa la del Comité de Defensa, Yuya la de la patrulla, unos pioneros exploradores y unos parvulitos recitadores del Círculo Infantil “La papayita valiente”, de Luyanó.
Seguro estoy que a la Bella Durmiente, esa vaga habitual, la sustituirá una obrera vanguardia, integrante además de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que casi nunca estará dormida, porque cuando no esté chivateando en su barrio, hará guardia mirando al mar, para evitar que sus compatriotas huyan del país, por lo que será homenajeada y el heroico jefe de los CDR le otorgará una regadera para que le eche agua a los pepinos, los boniatos y las coles que sembrará entre el diente de perro para ayudar a lograr la soberanía alimentaria.
Oportunamente, ya desde hace un tiempo, por el bien de nuestros niños, la pizpireta Betty Boop y las dos urracas cleptómanas fueron reemplazadas en la TV nacional por la modosita Fernanda y el honrado perrito Totó, que está ansioso por colaborar con su olfato con la PNR.
Por todas estas sustituciones de foráneos personajes nocivos se regocijan los cromañones culturosos como Abel Prieto y Pedro de la Hoz, encargados de cuidar que no se contamine la identidad nacional. Ellos, que no olvidan lo aprendido hace cincuenta años del libro Para leer al Pato Donald, de Michel Mathelart y Ariel Dorfman, pretenden seguir, a la grupa de Elpidio Valdés, trotando sobre el caballo Palmiche, en el combate contra la penetración ideológica.
La colonización cultural de la que hablan solo existe en las cabezas calenturientas y paranoicas de estos guardianes del arte que gustan del kitsch comunista.
En vez de esforzarse por que se creen en Cuba personajes de animados infantiles que, por su calidad estética y gancho creativo, traspasen las fronteras, se dedican a impedir que lo que más vale y brilla del ámbito internacional sea excluido del alcance de los niños cubanos.
Lo que conseguirán será que los pocos niños y adolescentes que aún son torturados frente a las pantallas de los televisores emigren definitivamente hacia el paquete, las memorias USB y otros soportes digitales para poder ver a la Sirenita, el cangrejo Sebastián, el Pájaro Loco, los Tres Cerditos, Little Lulú con su chambelona, el peligroso Pato Donald y su tío Rico McPato.
Al paso que vamos, si algún día logran que la programación televisiva nacional se nutra al 100% de producciones cubanas, habrá una excepción: la única serie infantil extranjera que se exhibirá sería Pedro Picapiedra, que no atenta contra la identidad nacional por lo bien que se aviene con la actual situación de Cuba.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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