LA HABANA, Cuba.- “¿Yo?”. “¡Ni que estuviera loca!”. Así respondió la mujer después de ser propuesta, en “asamblea”, para ocupar la “secretaría de finanzas” en su delegación de la Federación de Mujeres Cubanas en un barrio del municipio Cerro. Así dijo ella, pero la funcionaria insistió, habló de la importancia de la mujer en la “revolución”, de Fidel, de Raúl, de las Marianas, de Vilma y Celia…
“¡Niña, cuando yo digo que no es que no!”, pero la terca funcionaria del Comité Municipal de la FMC, ante la certeza de que ninguna otra “federada” aceptaría el compromiso, volvió a insistir; se refirió al X congreso, ese que deberá celebrarse este año, y también pidió a la “candidata” que diera razones para justificar su negativa. Y ella, ni corta ni perezosa las ofreció, explicó su condición de trabajadora, de madre divorciada, habló del horario de ocho horas, de los trabajos “voluntarios”, de la limpieza y la cocina, de los mandados, y sobre todo de los tres hijos que trajo al mundo.
Solo que las funcionarias devotas, esas que cobran un salario para mantener vivas algunas instituciones, aunque sea en medio de estertores, son capaces de insistir y justificar así sus míseros salarios. Y “ésta” fue enfática en el intento, mientras la “otra” se paró en seco. “Mira ‘mija’, lo que tú no acabas de entender es que a mí el salario no me alcanza y que me la paso inventando pa’ llegar al fin de mes. Imagínate que llegue el día veinticinco, imagínate que yo no tenga un medio, que el refrigerador este vacío y que mis hijos tengan el estómago ‘aburrío’, que chillen porque tienen hambre. ¿Qué hago, que tú crees que voy a hacer?”.
Como la funcionaria se encogió de hombros ella continuó: “Yo voy a coger el dinero de la recaudación pa’ que mis hijos coman, aunque luego vaya presa. ¿Me entendiste?”. Y la otra sintió que se tambaleaba, tras la repuesta, encima de sus tacones; y en esa oscilación pareció desvanecerse la “organización femenina” que fundara Vilma Espín con la anuencia de los “machos” en el poder. El vaivén de la funcionaria, el absurdo aparente de la escena, aquel vodevil al que solo faltaba una animada coreografía, advertía de la ineficacia de esas instituciones que creó el estado “revolucionario” y a las que no otorgó vida propia, a las que no ofreció nada que fuera más allá de la subordinación, de una representación teatral donde primaba el corsets.
Desde mi discreto puesto de observación creí que me enfrentaba a la peor escena de una mala película, y para mejorarla tararee “Welcome to Burlesque” recordando la interpretación de Cher. Sin dudas aquello era un pésimo vodevil que no podría ser salvado por Cher o Cristina Aguilera. Y volví a la realidad, pensé en ese estado que financia a esas funcionarias “federadas”, y a las que también les dicta, les exige “meter en cintura” a esas mujeres desde una posición simplista, reduccionista, en la que no hay espacio para la autonomía, una vida propia para la mujer ni para esa organización que deberá estar en función de un partido Comunista que no les permite trascender el ámbito de la política trazada por ellos, y que las utiliza en sus ansias de conservación.
Esa organización que rige el “Partido” se hace notar como la única capaz de ofrecer las conquistas identitarias que precisan las mujeres, aunque les niegue el derecho a la originalidad, a la posibilidad de nuevos movimientos asociativos, independientes de la figura del estado y de sus rectores. Esa “revolución”, el carácter rector del partido único, les impide trascender el ámbito político creado por un poder absoluto que obvia las realidades de esas mujeres.
Así legitiman los comunistas, creando estereotipos, elaborando modelos para sus miembros. El partido no les permite una verdadera libertad de acción, sus proyectos no tienen un efecto capaz de cohesionar, y sus discursos no consiguen más que la exclusión, la desidia, el creciente desinterés en esas organizaciones parásitas. Las mujeres cubanas reconocen que esas instituciones solo son fieles al partido, que están levantadas sobre una teatralidad ideada por la propia “revolución” y que esos organismos están diseñados para legitimar el poder de los “machos”.
La Federación de Mujeres Cubanas construye patrones que el poder les diseña, para que comulgue como colectivo y sin libertad de acción. Esas instituciones no exhiben una voluntad legitimadora. Ellas propician las ambiciones de perpetuación de sus figuras rectoras, esas que nos hacen creer que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”, y que es deber pagar a la “revolución” con fidelidad, con ese diezmo.