LA HABANA, Cuba. – Llegó la sesión constitutiva de la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y se han despejado ciertas expectativas, sobredimensionadas en opinión de muchos, acerca de cómo quedaría la cúpula de poder en Cuba. Porque, en realidad, no era muy difícil predecir que Miguel Díaz-Canel conservaría la presidencia de la República, y que Esteban Lazo y Manuel Marrero mantendrían las jefaturas de la Asamblea Nacional y el Consejo de Ministros, respectivamente.
Pero, además, quienes evaluaban como probable una hipotética no elección de Díaz-Canel, y con ello su salida de los primeros planos de la nomenclatura castrista, olvidaban lo que establece el Artículo 5 de la Constitución vigente en Cuba: “El Partido Comunista de Cuba es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Es decir, que aunque no hubiese sido elegido ahora como presidente, Díaz-Canel conservaría la máxima jerarquía política del país al ser el primer secretario del Partido. Una preeminencia que mantendrá, al menos hasta el 2026, cuando se celebre el 9no. Congreso del Partido.
Quienes apostaban por una posible defenestración de Díaz-Canel argumentaban su incapacidad para llevar adelante reformas económicas en aras de aliviar la crisis que padece la Isla. Una hipótesis que choca contra el criterio de muchos entendidos, que no visualizan la existencia de grupos reformistas dentro del aparato de poder que estuviesen presionando al mandatario para acometer tales políticas aperturistas en materia económica.
En verdad fueron mínimos los cambios operados en el Consejo de Ministros en esta sesión parlamentaria del 19 de abril. Además de las ya apuntadas ratificaciones de Díaz-Canel, Lazo y Marrero, también conservó su cargo el vicepresidente Salvador Valdés Mesa, así como los seis vice primeros ministros: Ramiro Valdés, Ricardo Cabrisas ―designado también como ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera―, Inés María Chapman, Jorge Luis Tapia Fonseca, Alejandro Gil ―conserva además su puesto como titular de Economía y Planificación― y Jorge Luis Perdomo.
En el caso de los ministros, sí observamos algunos cambios que llamaron la atención. Entre ellos las caídas de Rodrigo Malmierca como titular de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera; de Meisi Bolaños como ministra de Finanzas y Precios; de Ena Elsa Velázquez como titular de Educación, y de José Ramón Saborido como ministro de Educación Superior.
Los problemas que afronta el país con la inversión extranjera, que no avanza a pesar del discurso oficial acerca de su estimulación, y el argumento gubernamental de que no se hace todo lo posible para combatir los denominados “precios abusivos”, deben de haber influido en la remoción de los ahora extitulares Malmierca y Bolaños.
La expectativa en torno a la permanencia de Díaz-Canel en la presidencia, bien podría trasladarse para el año 2028 cuando el heredero de los Castro concluya su segundo mandato consecutivo en esa responsabilidad. La Constitución de la República, en su artículo 126, establece que “el presidente de la República puede ejercer su cargo hasta dos períodos consecutivos, luego de lo cual no puede desempeñarlo nuevamente”.
En ese momento sí se le podría presentar al régimen una especie de encrucijada. Tendrían que optar entre respetar lo estipulado en la Carta Magna, o modificar su contenido con tal de alargar el mandato de Díaz-Canel. Aunque, ciertamente, estos gobernantes de la izquierda recalcitrante son maestros en eso de cambiar leyes y constituciones en aras de adaptarlas a sus intereses. Díaz-Canel, por ejemplo, podría imitar lo que han hecho sus amigos Xi Jinping, Vladímir Putin, Daniel Ortega y Nguyen Phú Trong con vistas a alargar su mandato o intentar perpetuarse en el poder.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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