LA HABANA, Cuba. – Prohibir la circulación a más de dos mil autos de alquiler pertenecientes al sector privado solo bajo la promesa de una mejoría en el transporte a partir del primer trimestre del año que viene, parece de las más torpes decisiones del gobierno cubano en medio del peor momento de una crisis que, por lo visto, continuará agravándose durante el 2019.
No quedan dudas de que alguien o algunos, bien arriba en el esquema de gobierno, con sus “torpezas”, pretenden perpetuar un caos bajo el viejo presupuesto de que, a río revuelto, ganancia de pescadores, y para nadie es un secreto que piezas de repuesto, combustibles y alimentos son tres de los principales pilares donde se afinca ese gigantesco sistema de corrupción que atraviesa la economía cubana y que se genera y nutre exclusivamente en los predios de lo estatal.
Basta con revisar en internet el famoso sitio cubano de compra-venta de artículos, Revolico.com, para percatarse de que alguna conexión debe existir entre las instituciones estatales y esos contrabandistas de latas de pintura, materiales de construcción, piezas de repuesto, que hasta incluso se atreven a promocionarse libremente sin esconder la verdadera identidad ni el teléfono porque, de alguna forma, “confían” en la inmunidad que “alguien” les ofrece.
Abundan allí quienes están en condiciones de ponerte en la puerta de la casa, sin mucho misterio, aquello que les pidas de un listado casi infinito de electrodomésticos y baratijas que incluso cuentan con garantías escritas de reposición en esos mismos talleres estatales donde el ingenuo ciudadano que decide comprarle al Estado, por las vías legales, pudiera quedar atrapado en el complicado engranaje de una estafa “institucional”.
Tal pareciera que algún astuto del ámbito “estatal” ha descubierto cómo sacarle mejor partido a un mercado negro que, bien controlado, es decir, monopolizado desde arriba, puede rendir mayores dividendos en menos tiempo y sin demasiados conflictos morales. Un modo de esquivar los embarazosos cuestionamientos de aquellos ingenuos que aún demandan del “gobierno revolucionario” un amparo que este no está dispuesto a ofrecer, mucho menos después que el Partido Comunista decretara el fin de las gratuidades.
Así, las “manos inescrupulosas” de un intermediario, tras la ventajosa máscara de “bandido” de Revolico.com, son las más idóneas para mover esa mercancía que llega a puertos cubanos por diversas vías pero que deberá saltarse el enmarañado sistema de la red de comercio si pretende cotizarse como “de contrabando” y sin que nadie pida cuentas a un sistema que, aparentemente, hace todo lo posible por eliminar el gigantesco desequilibrio entre salarios y precios.
En Cuba, en cuestiones de economía estatal, como en cualquier país donde la corrupción es un flagelo, está comprobado que no se trata de elegir el mejor camino para el bien común sino aquel que sea de beneficio a un pequeño grupo en el poder o al amparo de este.
Así, por poner un ejemplo, en medio del cuestionamiento general sobre las gestiones de Cubana de Aviación y su responsabilidad tanto en el sonado accidente como en la caída del prestigio de la aerolínea, los directivos de la entidad continúan apostando por el arriendo de naves en Europa, África y Asia, bien lejos de la región, incluso con sus tripulaciones no cubanas y los gastos que esto conlleva en cuanto a salarios y aseguramientos de todo tipo, y no por la definitiva compra de aeronaves de calidad certificada para evitar lo sucedido con los avioncitos de “bajo costo” del lote ucraniano.
Una sencilla cuenta a lápiz demostrará que, a mediano y largo plazo, arrendar es mucho más caro que comprar, sin embargo, no queda dudas que son muchos los intereses personales en juego entre los directivos de la aviación, y si no que alguien con acceso a la información real revise los gastos de viaje y “representación” (la llamada “dieta”) para “asuntos de negociaciones” que al año se invierte en las empresas estatales cubanas relacionadas con este asunto en apariencias “sencillo”.
O que alguien cuestione por qué un acuerdo comercial que bien pudiera firmarse en territorio cubano, en el contexto de las ferias comerciales y otros eventos similares, termina traduciéndose en una interminable cadena vuelos en clase ejecutiva, alojamiento en hoteles, cenas y paseos en yate.
Al parecer no fue suficiente con el desfalco millonario del General Rogelio Acevedo, por el cual apenas recibió un par de nalgadas, e inspirados por tal cadena de impunidades, otra hornada de funcionarios y burócratas se alista a engordar no solo las panzas sino además los bolsillos.
Lo mismo habrá de suceder con el medio millar de talleres abiertos por el Ministerio de Transporte y los 70 millones de dólares destinados a ellos en piezas de repuesto, venidos a completar y complejizar un esquema de corrupción que en menos de un año dará mucho que hablar cuando el stock concebido “para sustentar el funcionamiento de las cooperativas” haya terminado totalmente en manos de particulares, que incluso operarán tarjetas de Fincimex para el combustible sin necesidad de una licencia de taxistas. Y si no lo creen posible, entonces sentémonos a esperar, si no es que ya los casos, aunque pocos, desfilan inadvertidos frente a nosotros.
Luego de un tortuoso 2018, definido por el despliegue de operativos policiales anticorrupción enfocados en el tráfico de combustibles, piezas de repuesto, materiales para la construcción de viviendas y la producción y distribución de alimentos, contradictoriamente no ha habido mejoría alguna, lo cual nos dice que han matado al pájaro equivocado. Nos mostraron el cadáver del chivo expiatorio de toda la vida.
Los cubanos nos encontramos hoy al borde del precipicio en cuanto a desabastecimiento y eso al final de un año en que prometieron a los ciudadanos ofrecer signos de recuperación cuando en realidad los últimos meses han estado marcados por la falta de pan, huevos, disminución y demora de la ayuda a los damnificados, aumento del precio de los combustibles y piezas de repuesto en el mercado negro, así como la sofisticación de este último en los aspectos que lo vinculan a la empresa estatal socialista, sin hablar de las miles de personas nuevamente varadas en las calles a la espera de poder transportarse desde los hogares a los centros de trabajo o de estudio.
El malestar crece cada segundo ante el compendio de calamidades con que termina el año y los pocos recursos financieros que van quedando se vuelcan en mantener por la fuerza el orden en las calles, a la espera de estallidos populares porque, como han dicho algunos a punto de la desobediencia civil, “puede faltar lo que sea pero el pan y el huevo no”.