LA HABANA, Cuba. – La “Estrategia Integral” para la etapa posterior a la pandemia del coronavirus y el fortalecimiento de la economía serán temas principales de cara al Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Así lo definió Raúl Castro en la última reunión del Buró Político de ese órgano.
El Primer Secretario del PCC no ha aparecido físicamente en los últimos días. Sin embargo, reportes de televisión y prensa plana indican que el 17 de abril presidió una reunión para analizar el Plan para la Prevención y Control del coronavirus, las afectaciones a la economía nacional y las medidas para mitigar sus efectos en la población.
La plana mayor del régimen conformó un “Grupo Temporal de Trabajo” integrado por varios ministros para confeccionar la estrategia a seguir en los próximos meses. El objetivo es priorizar el concepto “raulista” del ahorro.
Según el gobernante Miguel Díaz-Canel, casi seguro sustituto de Castro al frente del PCC, la “Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo” debe evaluar cómo se ejecutan de una manera más rápida, decidida y organizada los pendientes de la “Conceptualización de Modelo Económico y Social”, los lineamientos y las “Bases para el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030”.
Medios oficiales de la Isla señalan también que el pasado 5 de mayo el Consejo de Ministros realizó una reunión para reajustar el Plan de la Economía del presente año y emitir las nuevas indicaciones para la elaboración del Plan y el Presupuesto para 2021.
Ese día, el ministro de Economía, y Planificación, Alejandro Gil Fernández, enunció unas 30 medidas para el ajuste del plan.
En sesión extraordinaria convocada por el Consejo de Estado recientemente, Díaz-Canel manifestó que la situación generada por la pandemia constituye un reto inédito y “exigió” a los cuadros que no solo cumplan las tareas, sino que piensen, propongan, impulsen e implementen. También llamó a ser más innovadores, tener valentía y hacer las cosas diferentes, y orientó a los ministros presentar sus propuestas para liberar definitivamente las fuerzas productivas, con impacto en el desarrollo económico y social de la nación.
Esos objetivos podrían continuar atados, según se compaginen con los principios reiterados por Alejandro Gil: la planificación centralizada, la regulación del mercado, la complementariedad de los sectores económicos, el papel dinamizador de la demanda interna, la implementación de aspectos clave que están aprobados y pendientes, fundamentalmente los relacionados con formas de gestión y propiedad, el redimensionamiento del sector empresarial y el privado, y la adecuada relación entre ambos.
Sobre la estrategia, el viceprimer ministro expuso que tendrá dos etapas, la primera de ellas primera referida a la actividad económica luego de la pandemia. Ese momento contará con tres fases: una primera en que se abrirán servicios y actividades garantizando el distanciamiento físico entre las personas y otras medidas para mantener controlada la enfermedad; una segunda, con celeridad en otras decisiones para fortalecer la economía, imponerse al escenario de crisis y avanzar cualitativamente en el sistema de dirección y gestión. La estrategia debe ser innovadora, dijo, en correspondencia con los documentos aprobados en los VI y VII congresos del Partido y con la Constitución de la República.
El primer ministro Manuel Marrero Cruz aseveró que “ahora nos ponemos todos a prueba en la búsqueda de soluciones, en algunos casos, a problemas bastante añejos”.
Marrero dijo que esta estrategia constituye la principal prioridad del Gobierno y se diseñará un cronograma para el chequeo constante en los planes de trabajo de la dirección del país.
Entre las medidas pendientes se encuentra la unificación monetaria y la modificación de la tasa cambiaria, así como la restructuración de las empresas estatales y ciertos servicios, lo que implicará declarar “interruptos” a miles de trabajadores, pocos de los cuales integrarían la agricultura. La libre creación de PYMES podría absorberlos y aportar los productos y servicios imposibles de proveer por el Estado. A las empresas se les tendría que permitir la exportación e importación directa.
El aislamiento social por la pandemia, la organización de las colas para adquirir los productos de primera necesidad y las sanciones contra acaparadores y revendedores contribuyen a familiarizar a la población con el más estricto y abierto control por parte de cuerpos armados y las organizaciones políticas. Esto prepara para la represión, si existieran protestas, durante el retorno a la normalidad. Ya el Gobierno se ha adelantado a advertir que no será igual que antes, sobre todo debido a la continua caída de la calidad de vida, un tema sin recuperación a corto plazo. La apertura a la participación de todos los cubanos será la posibilidad de comenzar a resolver los grandes problemas actuales.
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