LA HABANA, Cuba. – Los días finales del recién concluido mes de junio y los que han dado inicio al actual de julio han abundado en sucesos significativos para la perseguida oposición pacífica cubana. Figuras muy representativas, residentes tanto en Cuba como en el Exilio, han sido tema de informaciones importantes que están vinculadas con su salud, su integridad física y aun con su vida.
Me estoy refiriendo al psicólogo santaclareño en huelga de hambre Guillermo “Coco” Fariñas, al líder oriental encarcelado José Daniel Ferrer y al escritor Carlos Alberto Montaner. Cada uno de los tres ha dado lugar a diversos trabajos de prensa que han disfrutado de merecida relevancia. Por ello los mencionaré a todos, pero comenzaré por el combativo Coco, no solo por ser el que en este momento —creo— corre mayor peligro de los tres; también porque es el que ha dado lugar a los trabajos periodísticos más recientes.
Este mismo jueves, Diario de Cuba, refiriéndose al Foro Antitotalitario Unido, la combativa organización opositora creada y dirigida por el psicólogo villaclareño, informó: “FANTU denuncia acoso contra sus activistas para aislar a Fariñas en su huelga de hambre”. La noticia recoge el dicho de Benito Fojaco Iser, coordinador de la entidad en Cienfuegos, quien alegó que la policía política lo arrestó “de forma violenta” y “le robó 32.000 pesos”.
La arremetida no sería de carácter puntual, sino que estaría dirigida de manera conjunta “contra los militantes” de la organización. Según se afirma en el texto noticioso, los cuerpos represivos de la dictadura castrocomunista “se han empeñado en que Fariñas quede desamparado en esta huelga que ha emprendido en busca de la libertad de los presos políticos”.
El recio líder santaclareño comenzó esta nueva protesta cívica (la enésima que realiza) hace una década. De inicio, se abstuvo no solo de ingerir alimentos; también agua. Felizmente, predominaron los ruegos de “políticos, parlamentarios, hermanos de lucha, familiares y amigos”, quienes le pidieron que pusiese fin a este último aspecto —el más extremo— de su huelga.
Esto coincide también con la política observada por el régimen castrista ante este nuevo capítulo del desafío que el Coco ha mantenido contra sus erradas políticas. En 2010, durante su huelga de hambre y sed que desembocó en la excarcelación de los miembros del Grupo de los 75, los reiterados desmayos del protestante condujeron a su ingreso hospitalario. Esta vez no ha sido así: esta es una de las contadas diferencias que Miguel Díaz-Canel, pese a su proclamada “continuidad”, ha marcado con su predecesor en el cargo.
Por la misma información ya citada nos enteramos del “cansancio extremo”, la “somnolencia” y los “dolores articulares” que está padeciendo Fariñas. Quiera Dios que también en esta ocasión Guillermo pueda sobrellevar las consecuencias que este acto de protesta suyo en solidaridad con quienes más la necesitan en la Cuba de hoy —los presos políticos y de conciencia—, le pueda ocasionar.
Precisamente uno de estos últimos, José Daniel Ferrer, ha dado también motivos de justa preocupación a la sociedad civil cubana. Tras la alarma desatada por la documentada denuncia que una exiliada formuló en base al testimonio brindado por un carcelero anónimo, se permitió finalmente a su esposa e hijos a verlo en prisión.
Como escribí a raíz de aquellos hechos, en realidad no se sabe qué era mejor: si la situación preocupante confrontada por el cautivo de conciencia que el régimen se negaba a mostrar, o la certeza de la terrible situación en la que se encuentra en la prisión castrista de Mar Verde, en Santiago de Cuba. Esta realidad se refleja de modo elocuente en las palabras con las que la doctora Nelva Ortega Tamayo, tras ver finalmente a su marido, la caracteriza: “A mi esposo lo están matando”.
Nunca me cansaré de repetir que, en el caso de este preso de conciencia (al igual que en el de Luis Manuel Otero Alcántara), las autoridades ni siquiera pueden alegar que estuviesen participando en una manifestación ilegal: uno y otro fueron arrestados cuando se dirigían (en Santiago y La Habana, respectivamente) a incorporarse a sendos grupos de ciudadanos que protestaban contra el régimen castrocomunista, aspiración que no lograron consumar.
Termino este trabajo periodístico con una breve alusión al lamentable fallecimiento del destacado escritor Carlos Alberto Montaner. Menciono su caso en último lugar por ser el único sucedido que, por desgracia, tiene carácter irreversible. La Nación Cubana ha perdido a uno de sus más prominentes intelectuales, pero esto —¡claro!— no ha sido reconocido por los plumíferos y cotorrones del castrismo, que hasta el último momento se atuvieron a la ridícula mentira de “terrorista” que acuñaron para tan ilustre y pacífico personaje.
En el ínterin, los cubanos que aspiramos al restablecimiento de la democracia y el Estado de derecho en nuestro país, seguiremos estando inspirados por los ejemplos del compatriota exiliado recién fallecido y de los que, en medio de un encierro arbitrario o desde un lecho de enfermo al que lo confinó su postura patriótica y solidaria, nos señalan el camino a seguir.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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