LA HABANA, Cuba. – ¡Estoy feliz!, no se cansa de repetir Miguel Díaz-Canel tras su periplo por Argelia, Rusia, Turquía y sobre todo China. Todos los anfitriones, dice, expresaron su reconocimiento al heroico pueblo de Cuba. Mientras, el gobernante no pierde la oportunidad de demandar más “resistencia creativa” al pueblo, en medio de la grave escasez de comida y los prolongados apagones, desconocidos en Cubanacán, la zona residencial donde los principales dirigentes socialistas disfrutan las mansiones de los despojados propietarios capitalistas.
Díaz-Canel había anunciado la búsqueda de soluciones a la crisis electroenergética y la deuda como principales objetivos de su viaje a África y Asia. En Argelia consiguió petróleo y una planta fotovoltaica. En Rusia exhibió su amistad con Putin y empeñó la credibilidad internacional del Gobierno cubano al justificar la invasión a Ucrania una vez más.
En Turquía, miembro de la OTAN, procuró su apoyo al poderoso e implacable Erdogan. También intentó incrementar los vínculos económicos y comerciales entre ambos países, respaldar el pago de las siete plataformas marítimas de producción de electricidad y seducir a más de 40 empresarios para que inviertan en Cuba. Aunque el ministro Rodrigo Malmierca insistió en los proyectos agrícolas y el comercio mayorista y minorista, pareció existir mayor interés en el turismo, el desarrollo científico farmacéutico y nuevos emprendimientos de la compañía propietaria de las plataformas.
Díaz-Canel regresó de China con la firma de 12 documentos, entre ellos un plan de consultas políticas entre el MINREX y su homólogo chino, un acuerdo entre el Partido Comunista de Cuba y el Partido Comunista de China, memorandos de entendimiento para la implementación del plan de cooperación para la producción conjunta de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, y el fortalecimiento de la cooperación económico y comercial, entre otros.
La solución de la deuda resulta compleja al poderoso Xi Jinping, que fomenta la independencia y creación de riquezas de las empresas estatales y privadas. Para los cubanos, resultaba incomprensible que los dirigentes chinos contribuyeran a incrementar sus penurias. El secretismo impuesto por las autoridades cubanas solo se rompía por aisladas excusas de empresarios nacionales al no producir artículos de primera necesidad debido a la falta de materias primas chinas o por la interrupción de una obra, reportadas en la televisión.
Sin embargo, sobre el juicio en el Tribunal de Justicia de Londres por reclamaciones del gran Banco Industrial y Comercial de China, convocado para enero de 2023, solo se conocía por los medios extranjeros. Díaz-Canel debe haber urgido al dignatario chino para lograr su paralización, pues sería un fuerte golpe al prestigio de Raúl Castro, comprometido desde 2008 a honrar todas las deudas para obtener nuevos créditos, después de eliminar los pretextos de Fidel Castro para no pagar desde 1986.
No se recuerda que China restructuró la deuda cubana ascendente a unos 4 000 millones de dólares en 2010 con inicio de pagos en 2015. Entonces, Raúl Castro había anunciado cambios en la conducción de la caótica economía cubana. Expertos chinos llegaron para ofrecer sus experiencias con la reforma de Deng Tsiao Ping, fundamentalmente en la improductiva agricultura, y comenzaron la modernización del ferrocarril. Ahora los cubanos se preguntan si en la conversación privada con Xi Jinping participó Raúl Castro por videoconferencia para respaldar a Díaz-Canel ante el mandatario chino y los dirigentes del Partido Comunista de Cuba y las Fuerzas Armadas. El general de Ejército reapareció marcial y raudo con aparente buena salud para su edad en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba por el aniversario del fallecimiento de su hermano y el traslado de los restos de Armando Hart, y en la votación de delegados del Poder Popular el 27 de noviembre, posiblemente energizado por los prometidos remedios del médico chino.
Díaz-Canel ha sido muy entusiasta al declarar que existe “una enorme sensibilidad en la dirección china, en particular en el presidente Xi Jinping, y voluntad de encontrar soluciones a todos los problemas, independientemente de la problemática de la deuda, y que esa no puede ser la razón que limite el desarrollo”.
“Asimismo, él [Xi Jinping] alienta un tratamiento diferente para un grupo de proyectos paralizados con un porciento de ejecución alto, y que exista la comprensión para que un grupo de solicitudes, las hagamos oficiales, y planteemos lo que necesitamos para buscar ayuda y seguir un grupo de inversiones en Cuba. Eso es estimulante”, según dijo el gobernante cubano.
No obstante, Xi ya ha demostrado no estar dispuesto a ser el nuevo mecenas de la Isla si el Gobierno cubano continúa con su ineficiencia, aferrado a no emprender las reformas liberadoras de las fuerzas productivas y sin asumir las formas de propiedad del siglo XXI.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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