MIAMI, Florida, febrero, 173.203.82.38 -Tomo la nota del periódico español ABC e incluyo el enlace para que los lectores acudan al detalle del suceso, distante ya muchos anos. Tantos, que quizás la juventud de hoy lo consideraría irrelevante, por lejano.
En la foto se observa un hombre dentro de una multitud que al unísono extienden el brazo en el saludo nazi. El hombre impasible cruza los brazos. Un alemán cuyo apellido llevan sus hijas, una de ellas lo identificó como Augusto Landmesser, un trabajador del astillero de Hamburgo.
La foto es una muestra de cómo la dignidad de un solo hombre puede colocarlo en la historia de su país; no la Historia de grandes volúmenes y conferencias de eruditos, sino la del hombre común, ese que trabaja, crea un hogar y cría sus hijos.
Su crimen fue muy simple: casarse con una judía; por lo cual fue enviado a prisión. Al salir de la cárcel lo enviaron al frente de guerra, de donde no regresó. Quizás no tiene tumba, porque en una explosión fueron sus restos esparcidos, o fue enterrado en una fosa común. Solo Dios sabe.
¿Por qué destaco esta nota? Porque a pesar de haber estado afiliado una vez al partido nazi, este hombre no se rindió ni amilanó ante el nazismo, ni cedió a la brutalidad del régimen. Pagó, con prisión y muerte en campo de batalla las consecuencias de su amor por una judía. Se mantuvo digno. No levanto el brazo. ¿Cuántos en Cuba se han negado a levantar el brazo, y han pagado las consecuencias?.
La rebeldía a veces es sólo cruzarse de brazos.