GUANTÁNAMO, Cuba. — Félix Navarro —como los ciudadanos que permanecen detenidos por participar en las protestas del pasado 11 de julio— solo puede esperar el vituperio y el abuso del entramado de la “justicia revolucionaria”. Ese día, él y su hija Sayli salieron de su vivienda rumbo al lugar donde los ciudadanos de Perico, provincia de Matanzas, estaban protestando. Cuando llegaron al parque José Martí de su localidad un oficial de la Seguridad del Estado los interceptó y les gritó que no podían continuar.
Félix respondió al oficial que le informara qué ley le impedía caminar por las calles de su pueblo y unirse a los manifestantes pacíficos que ejercían un derecho establecido en el artículo 56 de la Constitución espuria de la dictadura, pero la respuesta del “aguerrido combatiente” fue golpearlo, provocando la caída de sus espejuelos y su rotura.
Félix y su hija continuaron, pero al llegar al lugar de la protesta, el oficial, que ya había solicitado la presencia de un auto patrullero, se abalanzó violentamente sobre ambos, iniciándose un forcejeo. Sin embargo, fue imposible detener al presidente del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel ni a su hija debido a la oposición del pueblo.
El 12 de julio, ambos se dirigieron a la unidad de la policía de Perico para conocer la situación de los miembros de su partido que estaban detenidos, momento en que Sayli fue multada y enviada a su casa con una acusación pendiente de juicio. Félix fue detenido y enviado al Combinado del Sur de Matanzas, acusado de la presunta comisión de los delitos de Desorden Público y Atentado.
El 25 de julio, Félix Navarro fue ingresado en el hospital militar Mario Muñoz Monroy por haber contraído la COVID-19 en la prisión. En ese momento fue reportado como un paciente de cuidado debido a los síntomas que presentaba y por su padecimiento de diabetes. Luego de un tratamiento médico intensivo en el que tuvieron que suministrarle oxígeno, interferón y medicamentos vía intravenosa, fue trasladado a la prisión el 17 de agosto.
Ese día llamó por teléfono a su familia y les dijo que si el 22 no estaba en libertad al día siguiente iniciaría una huelga de hambre. Lo poco que se sabe de él desde entonces es que se halla en la enfermería de la prisión y que las autoridades penitenciarias han impedido cualquier contacto suyo con sus familiares, de ahí la preocupación de estos y de la opinión pública, pues salió del hospital con secuelas en su pulmón izquierdo y debido a la enfermedad que padece puede entrar en un coma diabético.
En horas de la mañana de este jueves, su esposa e hija fueron a la prisión, pero no les permitieron verlo ni les ofrecieron información fidedigna sobre su estado de salud.
El precio de luchar por la libertad en Cuba
El 14 de diciembre de 1990 Félix Navarro fue separado del sistema nacional de enseñanza por haber sido sancionado a tres años de privación de libertad por la supuesta comisión de un delito de Propaganda Enemiga, otro instrumento que tiene la dictadura para coartar el ejercicio de la libre expresión del pensamiento, claro ejemplo de la posición mentirosa del señor Rubén Remigio Ferro, Presidente del Tribunal Supremo Popular, quien aseguró en conferencia de prensa efectuada en el Ministerio de Relaciones Exteriores el pasado 24 de julio que en Cuba no se encarcela a nadie por expresar su opinión.
En el año 2003, durante la “primavera negra cubana”, Félix fue sancionado a 25 años de privación de libertad por ser un opositor pacífico.
Recuerdo el día en que llegó a la prisión de Guantánamo. Yo estaba en el A-500, una prisión aledaña a la principal donde encierran a los reclusos que progresan al régimen de menor severidad y lo vi pasar junto con otros presos políticos trasladados desde el occidente del país. Rafael Perera Gómez —un santiaguero que estaba preso por intento de salida ilegal del país— y yo nos las ingeniamos para contactarlos pues habían sido enviados a celdas alejadas del resto de los reclusos, construidas especialmente para ellos. Les enviamos azúcar, papel, bolígrafos, alimentos y pudimos informar a sus familiares del traslado, otra forma cruel de la que se vale la dictadura para castigar a los presos de conciencia y a sus familiares.
Félix Navarro pudo haber salido del país pero decidió continuar aquí. Fue uno de los últimos presos de la “causa de los 75” —como también fue conocido ese grupo— en salir de prisión bajo vigilancia.
En el 2013 integró junto con Guillermo “Coco” Fariñas y José Daniel Ferrer la organización FANTU (Foro Antitotalitario Unido) y ese año fue Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
Por su inquebrantable vocación de lucha a favor de la democracia en Cuba, en el 2015 recibió el Premio Solidaridad otorgado por la Fundación Konrad Adenauer.
Breves consideraciones jurídicas sobre su caso
Félix y su hija se dirigían al lugar donde había una protesta pacífica que no fue convocada por él y en la que tenía el derecho de participar de conformidad con lo establecido en el artículo 56 de la Constitución, por tanto, no puede ser autor de un delito de Desorden Público si tenemos en cuenta que no profirió gritos de alarma ni amenazas ni los actos realizados por él tendían a provocar pánico o tumulto.
Tampoco puede ser autor de un delito de Atentado, pues no fue Félix Navarro, sino el agente de la Seguridad del Estado, el que empleó violencia e intimidación sobre él. Este agente cometió un delito de Coacción contra Navarro, pues, sin ninguna razón legítima, ejerció violencia contra él y lo amenazó para que no hiciera algo que no está prohibido por la ley. Además, el agente cometió un delito de daños al romperle los espejuelos a Félix.
Pero sabemos que a este agente no le pasará nada porque así funciona la “justicia cubana”, como tampoco le pasará nada al policía que mató a un joven manifestante porque el principio de legalidad establecido en el artículo 9 de la Constitución espuria exige respeto hacia los ucases de la dictadura y garantiza plena impunidad a esbirros como el mencionado.
Así es como funciona el cacareado “estado de derecho” en Cuba y así será hasta que el pueblo lo desbanque definitivamente.
Nota: El autor agradece a la Dra. Maybell Padilla, exprofesora de Derecho de las universidades de Oriente y La Habana, así como a Iván Hernández Carrillo, miembro del Grupo de los 75 y preso de conciencia, por la información ofrecida.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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