![Zaqueo Báez Guerrero, Maria Josefa Acón Sardiñas e Ismael Boris Reñi, en actividad resumen de las Damas de Blanco efectuada en el parque Gandhi de 5ta avenida (foto de archivo)](https://www.cubanet.org/wp-content/uploads/2015/11/Foto-3-Saqueo-Báez-Guerrero-Maria-Josefa-Acón-Sardiña-e-Ismael-Boris-Reñi-en-actividad-resumen-de-las-Damas-de-Blanco-efectuada-en-el-parque-Gandhi-de-5ta-avenida.jpg)
MIAMI, Estados Unidos.- El apresurado prejuicio o la ligereza de mollera pueden llevar a pensar que la campaña #TodosMarchamos es un fracaso solamente porque el pueblo cubano no se ha sumado en masa, luego de 30 domingos, a sus manifestaciones de protesta pacífica. Pero para afirmar que es falsa la tensión que genera en las calles y que sus líderes, en vez de actores políticos, no son sino meros revoltosos, hace falta asumir la cuestión ya no con ligereza o apuro, sino con mala leche.
Y esa es la interpretación que suscita el artículo “Disidencia y embullo”, de Arnaldo M. Fernández, publicado el 11 de noviembre, en Cubaencuentro. Aunque no es la única. Apreciamos también más de un sesgo de índole histórica por parte del autor. Por ejemplo, cuando presenta a los disidentes pacíficos de nuestros días como prolongación de los opositores violentos de los años 60 o 70.
Ni las circunstancias, ni las motivaciones, ni el comportamiento de unos y otros luchadores contra la dictadura castrista fundamentan la brega insidiosa y aun el tono burlón conque el artículo de marras los mete juntos en un mismo saco y mezcla incluso sus historias con las de antiguos planes de la CIA. Claro que de lo que se trata aquí no es de establecer paralelos de rango entre los viejos y nuevos opositores. Sería una simplicidad y un despropósito. Además, tampoco viene al caso, porque el autor ni siquiera se detiene en el particular. Parece dar por sentado que ambos son la misma cosa, fruto de iguales maquinaciones fraguadas en los Estados Unidos, sin que cuente para nada el discurrir del tiempo.
De cualquier modo, por encima (o por debajo) de otros desaguisados, el superobjetivo del artículo parece ser la descalificación de la campaña #TodosMarchamos, aduciendo que si luego de sus primeras jornadas, el pueblo no se ha sumado a la marcha es por la falta de liderazgo de los promotores. “Así como nunca emergió tal figura en la oposición violenta, ningún líder de la oposición pacífica ha pasado de ser mera imagen anticastrista por carencia crónica de arrastre popular”, se concluye en “Disidencia y embullo”, a partir de la clásica media verdad para sustentar lo dudoso o lo traído por los pelos.
Como quiera que mucho se habló ya de las razones por las que la gente en Cuba no acaba de lanzarse a protestar masivamente en las calles, por más evidente que sea su antipatía hacia el régimen, tal vez no sea necesario llover sobre mojado. No obstante, valdría la pena insistir en lo útil y oportuna que viene resultando la campaña #TodosMarchamos, no sólo como método de lucha pacífica con objetivos bien definidos. También como condicionante de una atmósfera propicia para estimular la protesta pública, demostrando en la concreta su factibilidad aun en las condiciones de extrema represión que sufre el país.
Desde luego que en #TodosMarchamos se perciben limitaciones de enfoque, (como en todo lo humano, y todavía más en un escenario sin una esmerada cultura política y con endeble conciencia ciudadana). Quizá, en lugar de exigir únicamente la libertad de los presos políticos, sería efectivo que la campaña proclamase también demandas de interés general (y digamos más apegadas a ras del suelo) como la disminución de los precios de los alimentos, el aumento de los salarios, o la eliminación de las prejuiciadas y políticamente selectivas empresas de contratación para el personal que emplean las empresas extranjeras…
Tal vez entre las Damas de Blanco, iniciadoras de esas marchas de protesta pacífica, incide con mucha presión el concepto (infundado a estas alturas, creo yo) de que no deben traspasar los límites de su objetivo inicial, que era reclamar la libertad de los presos políticos. Sin embargo, dada su naturaleza como parte notable del movimiento de oposición pacífica en Cuba, les compete, porque se lo han ganado, el derecho moral a la queja contra cualquier injusticia o ilegalidad o atropello perpetrados por la dictadura castrista.
Pero, claro, una cosa es reconocer el trecho que le falta por andar a #TodosMarchamos, y otra bien distinta es aprovecharse de lo que aún no ha conseguido para concluir, mañosamente, que sus promotores (donde alinean, entre otros, los muy combativos y valientes activistas de la UNPACU, o los renovadores de MUAD), no demuestran interés mayor que el de fajarse unos contra otros.