MIAMI, Estados Unidos.- El proceso de investidura del nuevo presidente de España no pudo cumplir su cometido. El intento del socialista Pedro Sánchez para formar gobierno, encargo que había aceptado del Jefe de Estado Felipe VI, quedó frustrado tras dos votaciones en las que el aspirante presidencial no logró conseguir la cantidad suficiente de votos favorables. La respuesta negativa de los ‘populares’ era de esperar. Pero aunque anunciada, fue mucho más enconada la oposición de Podemos, agrupación izquierdista liderada por Pablo Iglesias.
Con un discurso a ratos fuerte, en otras chocante y a veces burlón, Iglesias se convirtió en el duro antagonista de Sánchez durante el debate parlamentario. Tanto que, en un momento de su intervención, el actual secretario del PSOE le expresó que para demostrar su aval de buen socialista no hacía falta que fuera tan duro con el ala del PP y que tan solo bastaba que “no estuviera con ellos”, refiriéndose a la convergencia entre los dos antagonistas, polos totalmente opuestos, para impedir que la fórmula PSOE-Ciudadanos conformara gobierno.
En el discurso ante el parlamento, Pablo Iglesias lanzó un fuerte insulto contra Felipe González, quien por su postura se ha convertido en objetivo principal en la estrategia de la izquierda extrema. Al referirse al expresidente González, el dirigente de Podemos dijo que aquel tenía las manos manchadas de cal, en alusión a los actos cometidos por miembros de los GAL durante los convulsos años del terrorismo etarra. No bastó la casi directa acusación de complicidad criminal hacia la figura emblemática del PSOE. Seguidamente Iglesias manifestó que los votantes del partido socialista terminarían viendo cómo de las siglas de la organización desaparecerían las letras O de Obrero y S de Socialista.
Aún permanecía el clima caldeado por las palabras ofensivas de Iglesias y los gritos en su contra desde la bancada socialista, cuando ocurrió otro hecho llamativo. Nuevamente Pablo concentró la atención en una clara estrategia de ocupar siempre el punto central en los focos. Su desbordada manifestación fraterna hacia el representante Xavier Doménech del partido En Comú Podem, quedó marcada por el beso a lo Brézhnev en pleno centro del hemiciclo. Un gesto que se robó el show.
Y es que desde diferentes escenarios los hechos de Podemos y sus marcas, afectas o vinculadas, no dejan de seguir produciendo notas preocupantes. Recientemente dos de ellas se produjeron en la alcaldía que preside Ada Colau. La primera tuvo lugar a raíz de una per-versión del “padrenuestro” declamada por la poetisa Dolors Miquel en la entrega de los premios Ciudad de Barcelona. En presencia de políticos y miembros de la sociedad civil en un acto trasmitido por los medios locales, la autora recitó en catalán los versos de su oda “mare nostra” (madre nuestra) con frases como “Madre nuestra que estas en el celo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona…”, “hágase su voluntad en nuestro útero”, y “no permitáis que los hijos de puta aborten el amor”.
En descargo de las críticas y el revuelo creado en torno a este incidente la señora Colau alabó a la autora del poema en lo que consideró una valiente postura en defensa de los derechos de la mujer. Coincidiendo con los independentistas de Esquerra Republicana la alcaldesa se remitió a la defensa de la libertad de expresión, sobre todo cuando no gusta lo que se dice. Es notorio que quienes piden respeto para otras religiones y culturas usen cualquier oportunidad para atacar y mofarse de la fe cristiana y las instituciones españolas en sitios donde el separatismo asienta sus bases. Siempre alegando el derecho a la libre expresión.
La segunda noticia tuvo como trasfondo la celebración del Congreso Mundial de la Telefonía Móvil (Mobile World Congress) con sede en la capital catalana. La huelga de los trabajadores del Metro en reclamo de aumentos salariales y contra la precariedad de contratos, puso en crisis el desarrollo de la convención internacional. La respuesta de Colau, que se implicó directamente en el conflicto, fue francamente contradictoria con las predicas de su organización. La alcaldesa criticó a los huelguistas acusándoles de hacer pedidos desproporcionados y para demostrarlo publicó los salarios devengados por los trabajadores de este sector. Una actitud que puede resultar válida si se atiene a las razones económicas defendidas por la ahora jefa del ayuntamiento, pero que contrasta con aquellas posturas que ella defendiera prometiendo mejoras salariales y la lucha contra la precariedad de los contratos laborales cuando hacía oposición en la calle.
No quedan las cosas en Barcelona. Desde Madrid llegaron por estos días las imágenes de protestas policiales contra la medida dictada desde el Ayuntamiento para eliminar las Unidades Centrales de Seguridad conocidas como anti disturbios. El departamento policial había sido marcado por el gobierno municipal con predominio de Ahora Madrid, agrupación nacida durante la movida del 15 M. La medida que pone fuera de lugar al cuerpo responde a la actuación de sus efectivos en la represión de los exabruptos cometidos por los manifestantes anti sistema durante aquellas jornadas. Coincidentemente Colau había hecho algo similar con la Guardia Urbana catalana.
El plan que apunta a buscar una policía “mas cercana” según sus gestores, Javier Barbero (un ex okupa devenido concejal) y Andrés Serrano, conocido como el oficial anti UCS de Podemos, generó la protesta de los agentes afectados. Estos protagonizaron un escrache -especie de manifestación que en Cuba se conoce como mitin de repudio- contra el concejal Barbero. Las mismas voces que en su momento dirigieron y justificaron actos equivalentes contra dirigentes del PP en la capital española, ahora desde el otro lado de la acera condenan la protesta violenta asumida por los miembros del departamento disuelto.
La tercera nota de esta jornada tan activa tiene que ver con la excarcelación del líder de la izquierda abertzale vasca Arnaldo Otegi. Tras cumplir la condena de seis años por intento de reactivar Batasuna, brazo político de ETA, Otegi fue aclamado por simpatizantes, partidarios de separar Euskadi de España. Pablo Iglesias emitió un comunicado apoyando a los alegres manifestantes, invocando una vez más el derecho a la libertad de expresión. Actitud que difiere 180 grados en casos como el de Leopoldo López y decenas de presos políticos venezolanos, para quienes no existe la misma consideración desde las filas justicieras de Podemos. Inclinadas hacia el autoritarismo madurista establecen un doble rasero para distinguir libertades según la ideología en juego y basado en ella quien tiene derechos a expresarlas y quien no.
Parece absurdo pensar que en España vaya a prosperar una promoción totalitaria al estilo populista capaz de destruir, o al menos desestructurar, la marcha democrática en el país ibérico. -Que yo sé que eso no va a ocurrir-. Diría el humorista español José Mota que siempre cierra esa frase con la incertidumbre de una interrogante: ¡Pero… ¿y si sí?! Repitiendo al personaje de Mota vale añadir que es precisamente esa parte del y si sí el que pone sombras de dudas en el futuro del panorama político español.