MIAMI, Florida, noviembre, 173.203.82.38 -Si alguien alega que el gobierno cubano impide a los ciudadanos de su país el libre acceso a Internet como una manera de control totalitario sobre el derecho a la información debería rectificar el error de criterio leyendo el artículo titulado Internet “calienta” al mundo, publicado por Juventud Rebelde el pasado 19 de octubre en su sección Informática y tecnología.
Una minuciosa exposición del autor Mario Alberto Arrastía Ávila, especialista de Cubaenergía, acaba de dar luz sobre lo que algunos malintencionados hipercríticos del sistema que rige en Cuba aseguran es una violación a los derechos fundamentales de los cubanos. Resulta que el mundo debe mirar con detenimiento este aporte – sin duda uno de los grandes hechos por el régimen cubano- en beneficio de la Humanidad.
La exposición del también miembro de Cubasolar se enfoca en la incidencia que tiene el uso masivo de las redes internáuticas en el calentamiento global. Según el investigador millones de usuarios en el planeta están contribuyendo negativamente con el problema cuando transitan por las páginas digitales de la información, acceden a You Tube, Facebook, innumerables sitios de consulta o simplemente se comunican mediante el correo electrónico.
Para evitar cualquier duda de que se trate de un tipo de campaña en detrimento de los avances y logros de la tecnología enemiga, los datos que sustentan la hipótesis publicada en Rebelde han sido tomados de fuentes científicas externas de la más rancia pureza capitalista, a partir de estudios realizados por Jafaar Elmirghani, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Leeds en Gran Bretaña, o eal profesor Jonathan G. Koomey, de la Universidad californiana de Stanford.
Incluso los mismos profesores, estudiosos y científicos que suenan la alarma sobre el peligro calentador representado por Internet se hacen partícipes del estropicio energético provocado por el sistema degradador del que ellos mismo hacen amplio uso.
Sin pretender cuestionar los resultados de los estudios sobre el consumo eléctrico que debe suponer el acceder a todos los servicios que ofrecen las redes informáticas no se puede obviar la parte beneficiosa reportada al medio ambiente con la aparición de esta herramienta imprescindible para el desarrollo moderno. Algo que no puede pasar por alto el propio escrito al exponer en uno de sus párrafos el argumento de quienes defienden las bondades de Internet, entre muchas el comercio electrónico, la búsqueda de información sin necesidad de ir a una biblioteca, trabajar desde la casa, hacer una maestría a distancia en una universidad de otro país, teleconferencias sin tener que moverse de sitio, así como las ventajas de las redes sociales o el propio correo electrónico.
Esos millones de fotos, videos, documentos y correo compartidos de manera digitalizada significan a su vez una menor utilización de recursos no renovables como la madera o contaminantes químicos requeridos en la industria de la fotografía, por citar un ejemplo. Ahora incluso se pone en boga la lectura de libros que no requerirán toneladas de papel para su impresión. Para el articulista parece no ser suficiente y pesan más la emisión de CO2 – asegura que su escrito consumió unos siete kilogramos del contaminante- responsable del calentamiento global y al cambio climático.
El cálculo detallado por Arrastía refleja cuan peligroso puede ser el acto de apretar una tecla de la computadora si cada clic realizado en el conocido buscador de Google requiere un gasto de 0,003 kWh, lo que es igual a la emisión de 0,2 gramos de dióxido de carbono. Esto con un solo clic. El autor del escrito pone en serio aprieto nuestra imaginación al dejarnos la cuenta de lo que significaría para la atmósfera terrestre el resultado de una búsqueda para completa.
El lector del diario de las juventudes comunistas de Cuba que se haya interesado en el artículo habrá conocido otros datos interesantes. Por ejemplo que cada segundo se envían tres millones de correos electrónicos en el mundo o que cada día se crean 500 000 espacios en Twitter. Conocerá que más de 2 000 millones de personas tienen acceso a la red de redes y que para el año 2015 dicho número se elevará a 3 000 millones de usuarios. Es posible que no tenga en cuenta que muy pocos de sus conciudadanos, tal vez incluso el mismo interesado en la lectura, estará fuera de esos números y posibilidades.
Desde luego que lejos de lamentarse por la ausencia en los dígitos o quedar al margen de las utilidades del servicio, se felicitará por su contribución a que le destinó el gobierno cubano en aras de la conservación planetaria y del medio ambiente. Pero si el objetivo del escrito era motivar ese sentimiento heroico entre los excluidos algo parece haber fallado. Basta leer la veintena de opiniones que sobre el tema incluyó el diario como una ironía en su página digital.
Indudablemente el gobierno cubano se ha propuesto la meritoria tarea de llevar a fondo el uso responsable del uso de Internet. Quizás logre el reconocimiento internacional por su contribución a la salud ecológica del planeta. Al menos nadie podrá acusarlo de agravar el problema del calentamiento mientras evita que la mayoría de sus ciudadanos compliquen las cosas gastando energía en inútiles clics para navegar por el ciberespacio, intercambiar correos, fotos e imágenes, y lo que es peor perder el tiempo leyendo una inagotable cantidad de documentos, libros e información general que más allá de los daños al planeta, causarían una irreparable perturbación en sus mentes poco habilitadas para asimilar la avalancha que sale por la peligrosa ventanita.