LA HABANA, Cuba. -Entre los mensajes de felicitación por los diez años de Telesur llaman la atención el de Nicolás Maduro, el místico presidente de Venezuela, y el de Fidel Castro, dueño de la finca Cuba hasta que fue reducido por sus “luchas intestinas” a empinar moringa en Punto Cero —que a veces es Cero Punto y a veces Punto y Aparte.
Es curioso el mensaje del venezolano porque llama a Telesur “hija de Chávez”, como si fuera el fruto de una inteligencia brillante y visionaria, de una inédita estrategia de integración regional para el bien de todos y de un proyecto que llevó a la práctica el sueño dorado del Comandante Eterno (“por ahora”).
El valor del mensaje de Fidel Castro está en que, sencillamente, fue él el padre verdadero de esa criatura nacida el 24 de julio de 2005, que lleva pura sangre castrista aunque puedan endosarle apellido bolivariano o chavista. Prensa Latina (1959), y Cubavisión Internacional (1986), son dos hermanas mayores en la causa de hacer de los medios un arma para el dominio masivo.
Aunque manejada desde Cuba, Telesur funciona desde Caracas principalmente con dinero venezolano, tiene veinticinco corresponsalías por el mundo, se ve en veintiséis países y está diseñada para denigrar a Estados Unidos y sus aliados y para exaltar a los países bolivarianos y sus amigos.
Telesur divulga la pobreza y la violencia en Estados Unidos, pero no en Rusia o en China; los desesperados emigran masivamente desde Centroamérica o África, no desde Cuba; las protestas populares, incluso violentas, son legítimas en Grecia o en Perú, pero en los países bolivarianos son siempre intentos de golpes de estado de la extrema derecha; el problema de Ucrania es causado por “Occidente”; en Siria los terroristas pagados desde el extranjero quieren derrocar a un gobierno legítimo, y, bueno, Corea del Norte no hace más que defenderse de las amenazas norteamericanas.
Aunque presume de estar totalmente libre de publicidad comercial, casi toda su programación está dedicada a la publicidad política, a la propaganda más brutal, y, aunque también presume de “voz de nuestra américa” (así dicen Fidel Castro y Daniel Ortega en sus mensajes de felicitación), es solo voz de los gobiernos de Venezuela, Cuba, Argentina, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.
Para dar un aire de seriedad e ilustración, no es raro encontrarnos en alguna esquina de Telesur con intelectuales de izquierda que muchas veces son respetables profesores en universidades de Estados Unidos o de Europa, como Tariq Alí, que es su asesor y tiene tan buen estómago que puede tragarse a Maduro verde sin hacer una mueca.
En los últimos tiempos, sus conductores principales aparecen hablando de sus vidas privadas en relación con su trabajo, de la gran responsabilidad que tienen en las manos, de cuán sacrificados son como individuos y de cómo son a la vez coductores y periodistas y velan celosamente por que se mantenga la línea editorial.
Aunque algunos reporteros y locutores pueden tener cierta apariencia de profesionalismo, la verdad es que en demasiadas ocasiones uno no puede evitar el desagrado, por no decir el asco, que pueden provocar personajes tan impúdicos como Walter Martínez, Rolando Segura o Hisham Wannús, quienes se las dan de muy objetivos. Pero nunca olvido una pequeña manifestación a favor del gobierno de al-Asad, hace dos años, donde uno de los más vociferantes era el corresponsal en Damasco Hisham Wannús.
Algo de lo que no se habla mucho es de que Telesur cobija también, en todos los sentidos, a la Radio del Sur, fundada en 2010 “para integrar comunicacionalmente a países de América Latina, África, Asia e incluso Estados Unidos, Canadá y Europa”, y concebida “para generar la batalla de las ideas en la lucha contra el capitalismo y la comercialización de la información”.
La Radio del Sur, desde la sede de Telesur en Caracas, está presidida por la periodista y ex diputada a la Asamblea Nacional venezolana Desirée Santos Amaral y ha hecho suyos diversos espacios de radios y televisoras de varios países latinoamericanos, e incluso tiene un reporte diario de Radio Pacífica desde Estados Unidos.
Su noticiero, Voces del Sur, sale tres veces al día en medio de una programación centrada en “los movimientos sociales en lucha”, que busca nada menos que “reflejar en profundidad las realidades de las naciones hermanas, destacando la lucha social y las transformaciones que se viven actualmente”.
Lo mismo que Telesur, la gran bastarda castrista, a la que el místico Maduro, que ve a Chávez en la pared del metro y lo oye hablar a través de los pajaritos, ha llamado en su mensaje de felicitación “una ventana a la verdad y la libertad”.
Es evidente que esta televisora multiestatal se acerca cada día más al modelo del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, pero este artefacto todavía le lleva varios decenios de ventaja en la cuidadosa construcción de una realidad virtual a prueba de CNN.
De manera que la bastarda mayor no es todavía perfecta. La prueba está en que, aunque tarde, tuvo que informar finalmente de la muerte de Chávez. De haber alcanzado ya Telesur su perfección, Chávez, sencillamente, seguiría vivo, por lo mismo que, de haber contado Napoleón con un periódico como el Granma, ¿quién se entera de que perdió Waterloo?
Así que, a los que creen que Telesur es todavía un poco mejor que el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, les decimos, como Chávez, que “por ahora”.