LA HABANA, Cuba.- La semana pasada, en ocasión de encontrarme de visita en Miami, conocí la noticia de la desaparición en Cuba del periodista Raúl Luis Risco Pérez, quien dirige en Pinar del Río la delegación provincial de la organización de abogados independientes que presido: la Corriente Agramontista. A mi regreso a la Isla, supe por boca del propio colega los pormenores de la situación que confrontó en Santiago de Cuba, que dio lugar a la citada información.
Raúl Luis se desempeña como director ejecutivo del ICLEP (Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa). Ese importante proyecto ha propiciado la fundación de siete órganos informativos independientes en igual número de provincias del país. El propósito de su viaje a la segunda ciudad de la Isla era el de impartir varias conferencias sobre temas legales en su condición de jurista, así como fundar el octavo periódico integrado al ICLEP.
Esas actividades lícitas y pacíficas bastaron para desatar las iras de los represores santiagueros. Risco fue detenido a la una de la tarde del pasado jueves 21, al día siguiente de su llegada a la capital oriental. Conducido a la Primera Unidad de la Policía de esa ciudad, allí fue despojado de las sumas de 55 pesos cubanos convertibles (equivalentes a dólares) más 280 en moneda nacional.
Llevaba ese dinero para pagar su alojamiento y alimentación durante los cuatro días que tenía pensado permanecer en aquella localidad, así como para comprar los pasajes de regreso. El pretexto de los agentes gubernamentales para ocuparle el numerario fue que —supuestamente— éste estaba destinado a “abastecer a la Contrarrevolución de Santiago de Cuba”.
Otros detalles del operativo sirven para que comprendamos mejor el trasfondo de arbitrariedad y atropello que subyace en las acciones represivas de esa índole que suele perpetrar el régimen castrista: Pese a haberles solicitado de modo expreso su entrega, las autoridades actuantes eludieron darle a Raúl Luis una constancia escrita de la detención o de la ocupación del dinero.
El desenlace del despótico operativo refleja los abusos extremos a los que están dispuestos a llegar los agentes de la Seguridad del Estado cubana. A las 11:30 de la noche, Risco fue ubicado en un tren destinado a La Habana y esposado a su asiento, bajo la custodia de un guardia de la Policía Ferroviaria. Durante las 17 horas que demoró el viaje tuvo que permanecer sin ingerir alimento ni agua. Como tampoco lo hizo durante su permanencia en la unidad policial, su ayuno se prolongó en total por más de un día.
Cuenta Raúl Luis que, a lo largo del trayecto, diversos pasajeros se interesaron por su situación. Imagino que la presencia de un señor ya mayor esposado y custodiado, despertaría una natural curiosidad. Alguno tal vez pensó que se trataba de un peligroso delincuente… En cualquier caso, el guardia les prohibía comunicarse con el arrestado o prestarle ayuda.
A su arribo a la capital, Risco reclamó que se le devolviera el dinero, a fin de poder continuar viaje a su domicilio en Pinar del Río, en el extremo occidental del país, pero el uniformado le expresó que esas sumas no le serían entregadas. En esas condiciones tuvo que dirigirse a pie hasta la casa de una persona amiga, donde le facilitaron algún numerario para el viaje.
A quienes en Cuba —desde el gobierno o fuera de él— afirman que en nuestro país “no hay desaparecidos”, habría que preguntarles: ¿Y en qué condición estuvo Raúl Luis durante todo ese tiempo que permaneció privado de libertad e incomunicado? Sus seres queridos, desesperados, llamaron a múltiples dependencias oficiales para conocer su destino. De inicio, negaron saber algo al respecto. En definitiva, un policía sí reconoció que estaba detenido por la Seguridad del Estado. Después contestaban: “Se lo llevaron de aquí, pero no sabemos para dónde”.
Es en esas condiciones que su esposa y hermana denuncian la desaparición del combativo opositor. Desde ese momento, los abogados agramontistas residentes en Pinar del Río y los periodistas adscritos al ICLEP, en número total de 18, se congregaron en la vivienda de Risco, bajo la estrecha vigilancia de la policía política.
Como resumen de toda esta situación, mi colega argumenta: “Alguien tiene que ponerle freno a las violaciones flagrantes de la Ley que están realizando. En ese sentido, continuaremos nuestra lucha pacífica”.