LA HABANA, Cuba.- Acaba de concluir en La Habana la Asamblea Nacional de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), organización que agrupa a los educandos de secundaria básica, preuniversitarios y la educación técnica y profesional. Como era de esperar, la cita estudiantil estuvo dedicada a la figura de Fidel Castro, y también al Che Guevara.
Similar a lo que sucede en los congresos y conferencias de otras instituciones oficialistas, esta reunión de la FEEM exhibió un maratón de intervenciones, en las que los oradores parecían competir por ver quién halagaba más a la cúpula del poder.
Tan melosos resultaron algunos de los discursos que hasta llegaron a emocionar al primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, presente en la reunión. El probable heredero del poder afirmó que “al ver la manera en la cual se han manifestado ustedes aquí uno reafirma su confianza, su esperanza, su optimismo. Hay un fervor por defender la Patria, la Revolución y la continuidad de nuestro proceso revolucionario”. (Periódico Granma, “Hijos de esta Revolución, hijos de esta Patria”).
También salieron a relucir en esta Asamblea algunos temas de mucha actualidad en el universo juvenil y estudiantil de la isla, como la enseñanza de la Historia —por supuesto, la que le conviene al castrismo— , la lucha contra las drogas y las denominadas “indisciplinas sociales”, el embarazo en la adolescencia, así como el mal uso del uniforme escolar.
Mención aparte para dos asuntos que desde hace tiempo centran la atención de los gobernantes cubanos, y que, lógicamente, no podían quedar fuera de los debates de esta Asamblea estudiantil: la incorporación de estudiantes a las carreras pedagógicas, y la necesidad de que más muchachas se sumen al servicio militar femenino.
Sobre el primero de ellos no habría mucho que ahondar, pues se inscribe en el desesperado esfuerzo de las autoridades por paliar el déficit de maestros y profesores que afecta a casi todos los territorios y tipos de enseñanza.
Sin embargo, acerca del segundo asunto podrían formularse más de una interrogante: ¿a qué responde ese deseo gubernamental de incorporar masivamente féminas a la vida militar? ¿Es que acaso se necesitan completar con urgencia las plantillas de las unidades militares?…
Lo cierto es que las autoridades se muestran inquietas por la cantidad de jóvenes que renuncian a trabajar o estudiar y deciden quedarse en sus casas. En esta propia Asamblea de la FEEM trascendió que en el pasado curso escolar un total de seis mil estudiantes de preuniversitario decidieron no presentarse a las pruebas de ingreso a las universidades, mientras que otros ocho mil no aprobaron dichos exámenes. Lo anterior significa que alrededor de 14 mil jóvenes quedaron en la calle, y fuera del control gubernamental. Entonces, piensan las autoridades, el servicio militar oficiaría como una válvula de escape para evitar que esos jóvenes caigan en las redes de esas “indisciplinas sociales” que tanto se dice combatir.
Pero la incorporación de los jóvenes a esas urgentes tareas choca con el mal ejemplo de los dirigentes de la FEEM, quienes dicen una cosa, y después hacen otra. Así quedó constatado en la intervención de un delegado matancero a esta Asamblea: “No podemos predicarle a nuestros compañeros que opten por carreras pedagógicas si nosotros no estamos dispuestos a ser maestros. Ninguno de nosotros puede convocar a las féminas a que opten por el servicio militar si nosotros no lo hacemos. Tenemos que ser los dirigentes estudiantiles los primeros que demos el paso al frente”.
La historia se repite. Porque es inevitable que recordemos a esos dirigentes que mandaron a los jóvenes a pelear en África, pero ninguna de las cenizas que regresaron a la isla pertenecían a un “hijo de Papá”.