LA HABANA, Cuba.- A partir de los años ochenta del siglo XIX, España concedió a la isla cubana numerosos artículos de la Constitución de la Restauración Española de 1876.
Como bien dicen los historiadores castristas más sensatos, a partir de ese hecho la sociedad civil cubana comenzó a desarrollarse gracias a la aprobación de asociaciones, periódicos, revistas, reuniones por motivos laborales, festivos, etc.
El Artículo 13 de dicha Constitución decía: ¨Todo español tiene derecho a asociarse para los fines de la vida humana¨. De esa forma surgieron también corporaciones económicas destinadas a salvaguardar e incrementar los bienes adquiridos por criollos y españoles residentes en Cuba, e incluso partidos políticos llamados a canalizar los asuntos.
En aquellos momentos, la Florida era un centro de trabajadores cubanos que mantenían estrechas relaciones con sus paisanos residentes en Cuba. Un poco después, en 1891, por primera vez se dejó de trabajar el 1ro de mayo, en celebración a la fecha.
Según Fernando Portuondo del Prado, historiador cubano, estas medidas adoptadas por la Metrópoli en Cuba, hechas como para ¨aflojar la mano¨, se debieron a que España veía con preocupación su posición política-económica en la isla, no sólo exhausta al finalizar la guerra, sino además por los bajos precios del azúcar y las exitosas inversiones de Estados Unidos durante esos años.
Fue así que finalizada la ocupación yanqui en 1902, toma impulso un ritmo económico de tal magnitud en Cuba, que la convierte ¨en una de las áreas punteras del mundo en este indicador¨, llamado en teoría, ¨el despegue económico¨, con relación a tecnologías, conocimientos científicos, telecomunicaciones, electrónica, transporte, industria química, etc.
Para sorpresa de muchos, diríamos que el Código Civil Español mantuvo la vigencia en Cuba con determinadas modificaciones, hasta los primeros años setenta del siglo XX, o sea, hasta 1976 en plena dictadura castrista.
También puede decirse que el Derecho a la Propiedad de los inversionistas extranjeros, de los medianos inversionistas criollos y pequeños propietarios, fue el logro mayor de la Constitución de 1940, un conjunto de leyes que eran tema de obligada aceptación en las discusiones del Congreso de la República y algo que convirtió a la sociedad civil en una de las más avanzadas del mundo en materia institucional hasta 1959.
De aquellos logros al día de hoy ha transcurrido mucho más de un siglo. En 1959 el gobierno de la isla cayó en manos de dos jóvenes orientales, inexpertos en política, economía y asuntos sociales y Cuba comenzó a retroceder en el tiempo hasta convertirse en uno de los países más necesitados de ayuda en pleno siglo XX y XXI.
Primeramente fue dependiente de la URSS, con una gran deuda contraída hasta la actualidad y por último de Venezuela, país que ha proporcionado a la dictadura castrista una cantidad mayor en billones de dólares a la que enviaron los países socialistas durante los primeros treinta años de Revolución.
Ni siquiera ante el fracaso de la administración castrista durante más de medio siglo, la Constitución de los gallegos de Birán, que tanto se cacarea en estos momentos, es capaz de darle al pueblo cubano la libertad que necesita para fomentar una verdadera sociedad civil, como aquella que proporcionó la Constitución de 1940. Ni siquiera lo intenta, como la de los otros gallegos en el siglo XIX.