LA HABANA, Estados Unidos.- El pasado viernes 1ro de julio un oficial de la policía política “visitó” a la activista Marlene Ricardo en su domicilio y le aseguró que ellos estuvieron al tanto de la participación de un grupo de animadores del proyecto Candidatos por el Cambio (CxC) en la sesión ordinaria de la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana que tuvo lugar el pasado 28 de mayo en el Centro de Convenciones de la localidad capitalina de Cojimar. El agente de ocasión le dijo a la señora Ricardo que no iban a permitir nuevamente un ejercicio como ese.
En el momento en que ese pequeño grupo de activistas, cumpliendo lo establecido por las leyes y reglamentos vigentes —los cuales estipulan como públicos los espacios legislativos nacionales— ejercieron el derecho ciudadano de participar en esta sesión de la mencionada asamblea, ni siquiera pensé en comentarlo o reportarlo mediáticamente en tanto quise asumirlo como un muy natural ejercicio cívico e incluso vi con buenos ojos que tal acto no tuviera inmediata repercusión en el cotidiano nerviosismo represivo de las autoridades.
De hecho hace también pocos días, líderes de CxC conscientes de las implicaciones protocolares y de seguridad que reviste la sesión de la Asamblea Nacional se personaron en las oficinas del Parlamento para averiguar cuáles eran los pasos y mecanismos a activar para participar como ciudadanos en el cónclave legislativo.
Después de constatar el asombro de la recepcionista y esperar más de una hora, la directora de atención a la población tomó nuestros datos y muy amablemente nos explicó que por ser nuestro parlamento tan nutrido —creo que tenemos más o menos los mismos diputados que Asamblea legislativa china— carecemos de espacio incluso para algunos funcionarios de la propia Asamblea. La directora reafirmó el interés oficial en que los ciudadanos participen y estén al tanto de las sesiones legislativas a todos los niveles.
Los líderes y animadores CxC están convencidos de que el empate técnico que sustenta y matiza la política interna en Cuba y en base al cual el gobierno no puede acabar con la oposición ni la oposición con el gobierno solo garantiza el statu quo y en nada favorece el real avance hacia la democracia plena. Por esa razón CxC promueve la reconstrucción del protagonismo cívico y político de los ciudadanos a partir de los espacios y presupuestos legales vigentes en la real convicción de que la cultura de participación independiente que se adquiera hoy servirá de mucho en el insoslayable proceso de reconstrucción democrática que tanto anhelamos.
Los líderes y animadores de CxC están seguros que resulta mucho más positivo canalizar las crecientes cotas de malestar, inquietud y cuestionamiento en los espacios electorales vigentes que alimentar el abismo de apatía e incivilidad que favorece la manipulación hegemonista de las autoridades cubanas. Incluso dentro de sus propias estructuras políticas e institucionales los gobernantes cubanos han tenido que dar marcha atrás cuando han intentado el ejercicio de permitir la expresión y el debate libre de inquietudes y cuestionamientos.
Ya estamos acostumbrados a que el régimen persiga y reprima a los que se oponen pacíficamente y sin violar la ley o el orden. Ahora CxC pone al gobierno cubano ante la disyuntiva de perseguir y reprimir a los que actúan estrictamente de acuerdo a los presupuestos legales vigentes, aunque actuando de manera muy independiente y soberana. Y en eso considero radica la esencia del tan necesario cambio de mentalidad y referencia en la correlaciones políticas internas: sin importar el ámbito o el nivel del accionar ciudadano los cubanos tenemos que dejar de ser objetos pasivos de la manipulación política, el miedo inducido e incluso de la solidaridad externa para convertirnos en sujetos activos, protagonistas y definidores de nuestro propio destino.
Los animadores de CxC desde distintos puntos del abanico ideológico y político coinciden sin lugar a dudas en la necesidad de una transformación estructural de los fundamentos de nuestra convivencia política, pero también asumen que la participación soberana e independiente en las imperfectas estructuras vigentes generan un nuevo imaginario en la interrelación sociopolítica y alimenta la tan necesaria autoestima cívica de los ciudadanos. La prueba inequívoca de la trascendencia que tiene impulsar el despertar cívico de los cubanos, aun en el marco de las estructuras vigentes, son los acosos y amenazas represivas que en los últimos meses ha sufrido CxC.
Sin embargo una vez más la tan supuestamente bien engrasada maquinaria del poder hegemónico castrista cae en contradicción: Una cosa dicen las leyes y reglamentos vigentes, una cosa reafirman los funcionarios de la Asamblea Nacional y otra muy distinta y preocupante trae el mensaje del esbirro visitante con sus despreciables amenazas directas o veladas.
CxC asume el enorme reto de hacer vivir la letra muerta de los derechos reconocidos y contribuir a reconstruir esa autoestima cívica de los cubanos para que la política en Cuba deje se ser definida por las élites que marcan pautas y derroteros con los ciudadanos siempre convertidos en instrumentos inermes de poderes e intereses.
El reto de las autoridades será ver como resuelven esa contradicción interna que opone su vocación intolerante y sus presupuestos legales vigentes, ante la determinación de quienes no están dispuestos a dar un paso atrás ante la posible confrontación y debate político que tanto deseamos o los embates represivos que tan bien conocemos.