SAN JUAN, Puerto Rico. – Recuerdo allá para la década de los noventa, que estando en una reunión de compatriotas exiliados nos visitaron unos balseros recién llegados a Puerto Rico en busca de la libertad que la dictadura castrista le niega a todo el pueblo cubano. Como es natural surgió la conversación sobre Cuba y alguien del exilio allí reunido citó una frase de José Martí. Para sorpresa de todos, un joven balsero recién llegado dijo exaltado: “pero ese es un comunista”. A lo que de inmediato los interlocutores exiliados trataron de corregir su errada apreciación. Tras la discusión, el dueño de la casa donde nos reuníamos buscó un tomo de las Obras Completas de Martí y le leyó las críticas que el Apóstol hizo al comunismo publicadas en junio de 1882 en la Opinión Nacional, comentando la obra de Herbert Spencer titulada “La Futura Esclavitud”.
Sobre el comunismo José Martí dijo: “De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios”. Y recalcó: “Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechan o esperan aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan…”
Recuerdo que el joven quedó impactado, reconociendo que le habían mal enseñado un Martí que no era el real.
Esos escritos criticando al comunismo fueron mal interpretados por personeros del régimen para justificar y distorsionar el pensamiento martiano al respecto. Pero el sol no se tapa con un dedo.
Tristemente, hay que tener presente que a lo largo de seis décadas de constante adoctrinamiento masivo sobre un pueblo, al que la dictadura le ha bloqueado el derecho al libre acceso a la información, se han esparcido e incrustado en la población falsedades históricas, mentiras atroces y perversas distorsiones de la realidad.
Y en este caso, José Martí ha sido víctima “post mortem” de la dictadura a través de la censura de sus escritos y la premeditada y alevosa distorsión de su pensamiento, que, por cierto, es totalmente contrario a la ideología comunista y totalitarista del régimen. Bástese con estas palabras de Martí para afirmar su negación de toda dictadura: “La libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía”.
Martí era un incuestionable defensor de la democracia. Así nos enseñó que “La república se levanta en hombros del sufragio universal, de la voluntad unánime del pueblo”
Por eso, no es de extrañar que, a causa de la censura y la distorsión del pensamiento martiano, haya cubanos, como aquel balsero, que tengan un infundado resentimiento contra Martí y le achaquen culpas que él no tiene; o que por la inconciencia provocada por la aberrante distorsión del pensamiento del Apóstol, haya ciudadanos que descarguen injustamente contra él su resentimiento e ira, o se desquiten contra su imagen y su impoluta memoria. Hecho lamentable que también suele pasar contra otros próceres cubanos que, tanto en el ayer como en el hoy de nuestra historia, dieron sus vidas por la libertad y la democracia para el pueblo de Cuba.
La gran verdad es que la patria se levanta y se sostiene sobre los hombros de los hombres y mujeres que sirven y le han servido bien, por eso, cada ciudadano debe honrar a quienes lucharon por la libertad y democracia para todos los cubanos. O como nos dijera Martí: “Cada ciudadano que muere por la patria es un canto más; y cada ciudadano que vive debe ser un templo donde honrarlo” porque “se afirma un pueblo que honra a sus héroes”.
Por tanto, para sacar de la psiquis de un pueblo la escoria de la mentira y la distorsión de la verdad junto al dolor intenso de ver la patria sumida en la opresión y la miseria por una férrea tiranía controlada por una minoritaria casta de corruptos, déspotas y criminales, no hay que desquitarse con próceres verdaderos, como lo fueron Félix Varela, José Antonio Saco, José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Ignacio Agramonte, Mariana Grajales o Carlos Manuel de Céspedes, entre otros muchos. Como tampoco descargar nuestras frustraciones contra los heroicos mártires de la patria del doloroso presente como Pedro Luis Boitel, Porfirio Ramírez, Vicente Méndez, Oswaldo Paya Sardiñas, Harold Cepera, Orlando Zapata Tamayo, Félix Bonne Carcassés o Laura Pollán, entre otros muchos. Para todos ellos ha de ser nuestra expresión de gloria, admiración y honra.
De estiércol rojo han de pintarse a los opresores y los tiranos de nuestro pueblo. De rosas blancas han de encumbrase a nuestros próceres. Y de tolerancia, solidaridad y respeto a todos los que sinceramente luchan por la libertad, la justicia, la democracia, el progreso y bienestar de nuestro pueblo para labrar una nueva Cuba “con todos y para el bien de todos”.
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