LA HABANA, Cuba.- Entrevistado por Amaury Pérez el pasado 5 de enero en el programa de Cubavisión “Con dos que se quieran” Ibeyi Añá, el folklorista Rogelio Martínez Furé, Premio Nacional de Literatura 2015, entre los tantos temas que abordó, olvidó o no quiso referirse al Decenio Gris.
Es una pena, porque Martínez Furé, que fue una de las víctimas de aquel periodo que él mismo alguna vez calificó de “horrendo”, hubiese tenido mucho que decir. Máxime si iba a ser fiel a su muy frecuente muletilla: “vamos a estar claros”. Pero prefirió hablar de su natal Matanzas, hacer gala de su erudición y emprenderla contra lo que calificó de “vulgarización de la religión” y el “jineterismo seudo-cultural”.
A partir de 1971, junto con Pepe Carriles y los hermanos Carucha y Pepe Camejo, Martínez Furé fue víctima del capítulo del Decenio Gris conocido como el Quesadato, por Quesada, el apellido del teniente que con sus métodos draconianos casi consiguió acabar con el Guiñol Nacional y el teatro cubano en general.
El teniente Quesada era un energúmeno uniformado que en el cumplimiento a rajatabla de la voluntad del Máximo Líder –o lo que él interpretaba como tal-, no disimulaba sus prejuicios raciales y anti-religiosos.
Para Quesada, en sus funciones de comisario de la revolución, todo lo que tuviese que ver con los credos de origen africano era “brujería, atraso, cosas de negros”, contra las que había que arremeter enérgicamente.
Entre los muñecos y títeres del Guiñol que el teniente Quesada ordenó quemar, en el mejor estilo nazi, los primeros fueron los que representaban a orishas y otros personajes de los patakines y que se utilizaban, entre otras obras, en Ibeyi Añá, escrita por Martínez Furé, con música incidental de Héctor Angulo y cantos litúrgicos afrocubanos.
A propósito, Ibeyi Añá, que fue la primera obra para niños que trató el tema de los orishas, desde que fue estrenada en 1968 por el Teatro Nacional de Guiñol, no ha vuelto a ser repuesta ni forma parte del repertorio de ningún grupo teatral cubano. Ojala puedan demostrar que eso no es censura…
La saña de un represor pirómano, inculto, prejuiciado, interrumpió el valioso trabajo que desarrollaba Martínez Furé desde hacía casi una década en el Guiñol Nacional, donde asesoraba a los Camejo y a Pepe Carriles en las obras de tema afrocubano, componía música incidental para ellas, cantaba acompañado por los tambores batá de Jesús Pérez, y daba clases de canto y baile a los artistas.
Hoy, que tanto se habla de acabar con el racismo y tan poco se hace al respecto, por muchas comisiones y cofradías que existan, hubiese sido oportuno que Martínez Furé, además de criticar a los diplo-babalaos y otros oportunistas y vividores, hubiese hablado claro y señalara que no solo hubo homofobia y represión ideológica en el Decenio Gris, sino que al menos en el Quesadato, también hubo un fuerte componente anti-religioso, racista y anti-negro.
Escribí sobre eso aquí en Cubanet, en julio de 2013, un comentario titulado “Que le pregunten a Martínez Furé”. En su programa televisivo, Amaury Pérez no le preguntó al respecto al folklorista, ni siquiera hizo el ademán de darle un pie forzado para que le entrara al tema. ¡Qué iba a hacerlo! Y Martínez Furé, ya rehabilitado, tal vez para no volver a buscarse problemas con los mayorales, que siguen siendo los mismos que daban órdenes al teniente Quesada, prefirió irse por otros rumbos. Lástima de oportunidad pedida. ¿Será para la próxima?