MIAMI, Estados Unidos. – Definitivamente el cuadragésimo Festival de Cine de Miami, parte fundamental de la labor cultural que desempeña el Miami Dade College en el sur de Florida, incluye en su programación la más notable presencia de películas con tema cubano de los últimos años.
Se presenta un nuevo documental sobre Bebo Valdés, que se narra principalmente desde el punto de vista de cercanos familiares, así como el más completo compendio cinematográfico que se haya realizado sobre la obra y los avatares del cantautor Pedro Luis Ferrer.
Bebo es un documental de Ricardo Bacallao, director cubano que reside en Alemania, donde ostenta una obra diversa en el género, que discurre sobre temas relativos a la cultura de la Isla y su estampida internacional involuntaria, movida por la insoportable dictadura.
El documental demuestra que Bebo Valdés no es solamente el legendario pianista y arreglista de la gloriosa música cubana, sino fundador de un legado, compuesto por no pocos de sus descendientes, que se dedican también al cultivo de la música.
Bebo(Official Trailer) from Ricardo Bacallao on Vimeo.
Bebo utiliza una ilustrativa entrevista de la televisión sueca con Valdés, que nunca salió al aire por indiferencia y suspicacias políticas históricas a favor del régimen castrista, así como conversaciones de sus hijos, nietos y amigos, que completan la figura ética y moral irreprochable del distinguido y modesto creador.
Bacallao demuestra la fijeza y trascendencia del arte, más allá de la distorsión ideológica que fracasó en su afán de cancelar al célebre pianista.
El trueno y el viento, dirigido por Jorge Soliño, es un documental en cuerda similar a Bebo que rescata para la posteridad otra figura artística perturbada por la intolerancia.
Así me referí a sus virtudes, en CubaNet, antes de ser considerado para el programa del Festival:
“A diferencia de otras experiencias cinematográficas similares, en El trueno y el viento no flota la tristeza de la frustración, ni apenas la melancolía. Es celebración de la vida y de la certeza de haber logrado una obra perdurable e influyente que ha eludido a muchos de sus contemporáneos”.
“El trueno y el viento se inscribe en los valores de la cultura por partida doble: capítulo necesario de la historia de la música cubana y testamento para las próximas generaciones de una canción intachable en sintonía con el goce de la cubanidad y la responsabilidad intelectual de su tiempo”.
Otra noticia loable de la programación cubana de este Festival, que he tenido el honor de coordinar, es el regreso bienvenido del choteo a nuestra cinematografía.
Con el estreno de Havana Stories, el director Eliecer Jiménez Almeida, quien es dueño de una significativa carrera en el documental de compromiso intelectual con parámetros democráticos, expande su noción de libertad creativa con historias políticamente incorrectas para reírnos de nosotros mismos.
Havana Stories pertenece al género conocido en inglés como “mockumentary”, que trata, de modo burlón, situaciones de ficción como si fueran documentalmente reales.
Los hilarantes personajes responden a un entrevistador omnisciente que se interesa íntimamente por sus vidas aciagas tanto en Cuba como en el exilio.
La responsabilidad de encarnar estereotipos y situaciones reveladoras de nuestra idiosincrasia más pícara ―impelida por la supervivencia―, corre a cargo de talentosos artistas cubanos, quienes se toman muy en serio las carcajadas que puedan causar con tantas provocaciones, desenfado y complicidad.
El cine cubano suele desangrarse en su pretenciosa mensajería, desde una suerte de falsa secta de pueblo elegido y elude el hecho cierto de que somos una nacionalidad necesitada de vida simple, de sarcasmo nutritivo, sin la agobiante narrativa épica, al desnudo, como lo manifiesta Havana Stories.
El propio director escapa de la frontera histórica necesaria que circunscribe su obra documental, para sincerarse y ampliar un radio de acción expresivo con situaciones más mundanas, y no menos denotativas, mediante la risa.
Havana Stories ostenta la virtud de ir tejiendo una historia alternativa de la cubanidad pedestre, de estas últimas décadas, sin los pedestales culturales que suelen disipar parte de nuestro destino, quebrado por la enquistada represión de una doctrina que tratamos de dejar atrás desesperadamente.
La película demuestra que la broma pudiera funcionar como tabla de salvación eventual. Ya es una parada obligatoria en lo mejor de la filmografía humorística cubana.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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