MIAMI, Florida, diciembre, 173.203.82.38 -Llega noticia reproducida en un diario local, el Nuevo Herald, sobre el nombramiento del Sr. García Margallo como nuevo ministro de Relaciones Exteriores y Cooperación del Gobierno Español del Sr. Mariano Rajoy, hecho ampliamente comentado por cubanos exiliados en estos Estados Unidos. Me irrito cuando veo como ciertos funcionarios españoles, de gobiernos pasados o el presente, enfocan el tema de Cuba casi como un diferendo entre España y Estados Unidos. El Sr. García Margallo ha puesto sobre la mesa un punto al cual no me queda más remedio que responder.
He aquí las credenciales del nuevo Ministro: “García-Margallo, un abogado de 67 años graduado de la Universidad de Harvard, es conocido en el Parlamento Europeo como un mediador sensato, una cualidad que mostró en el 2000 en la revista madrileña Libertad Digital”.
¿Saben lo que este español le dijo al periodista como respuesta a una de sus preguntas, ya hace unos años?: Cito:
P: Dólares para Castro significa todo eso, Don José Manuel, dólares para que siga tiranizando a su pueblo, cargando las pistolas, persiguiendo a los que huyen, matando y encarcelando a los que no pueden hacerlo.
R: A mí no me parece mal que las empresas españolas estén tomando posiciones allí. Una de las cosas que puede ocurrir, es que si cambia el régimen, se produjese una americanización absoluta, que Cuba entonces se convierta en otro Puerto Rico. Me parecería lamentable que se perdiese la identidad cubano-española.
Siga Ud. y lea la entrevista completa en el enlace:
http://www.libertaddigital.com/otros/revista/articulos/75569757.htm
Se sigue repitiendo aquello de “La Madre Patria”; no me importa que cada cual repita lo que de sus entresijos prefiera, eso es libertad de expresión, pero que alguien diga esas tonterías, por decirlas, me causa asombro y hasta repugnancia.
Los cubanos son olvidadizos. Hemos olvidado que cuando la guerra de exterminio que España libró contra los criollos independentistas, hubo un Valeriano Weyler que trasplantó a nuestra Isla su experiencia represora en Marruecos.
¿Sabe Ud. cuántas víctimas civiles causó, por hambre y enfermedades, la Reconcentración que impuso el español Weyler? ¿Sabe Ud. lo que un empecinado político español declaró en el parlamento español de esa época respecto a la guerra de Cuba?: “Hasta el último hombre y la última peseta”.
Es posible que yo sea rencoroso, pero leer los antecedentes de este nuevo señor Ministro español me hace dudar tanto de Rajoy y su gobierno como dudé del de Rodríguez Zapatero y sus compinches. Para mí son el mismo perro con diferente collar y acaso con un ladrido mas melodioso, pero ladrido al fin.
Y ni hablemos del papel que ha tenido en nuestra historia la Iglesia Católica, en la que algunos cubanos cifran hoy tantas esperanzas. ¿Conoce de algún cura, o prelado de la iglesia católica en Cuba que se uniera a los mambises o se preocupara de informar a la Santa Sede de los crímenes de Weyler y la catoliquísima monarquía española? ¿Dijo algo al respecto el Vaticano de aquella apoca?
Pero volvamos al presente. ¿Ha dicho una palabra, aparte de metáforas y ambigüedades, la Iglesia Católica sobre el despojo de propiedades, los cientos de fusilamientos, las innumerables sentencias de prisión, los cientos de miles de exiliados y emigrados casi a la fuerza de su país, ocasionados por esta tiranía?
A estas alturas algunos mencionan a Cristo y la supuesta importancia de la visita que Juan Pablo II hizo a Cuba, y la que tendrá la visita de Benedicto XVI. ¡Dejémonos de tonterías por favor! Pensemos más bien en el papel del Cardenalillo Ortega y el colaboracionista Carlos M. de Céspedes.
Siempre he desconfiado de España y de la Iglesia, no porque me lo hayan inculcado mis padres o los curas españoles que me educaron en el Colegio la Santísima Trinidad, en Cárdenas, mi ciudad natal. Soy cristiano pero anticlerical, admiro al hombre Juan Pablo II, pero desprecio al hombre Jaime Ortega. Volver las espaldas al humillado, al hambriento y al sediento de libertad, tan solo para lograr que su Institución adquiera un poco de espacio dentro de una tiranía, es bochornoso.
De España no espero nada; no creo en eso de “la Madre Patria”. ¿Cómo llamaríamos al África entonces? ¿Cuánta sangre y sudor de negros fueron derramados en nuestro suelo? Cuba se hizo grande y próspera con el trabajo de los esclavos en los cañaverales. Las negras, por fuerza o por amor, ofrecieron sus vientres a los blancos para parir sus hijos, que fueron formando nuestra mestiza nación. Las negras ofrecieron sus tetas para amamantar a los recién nacidos blancos, a veces mientras sus propios hijos chupaban un canuto de cana. ¡Que Dios me perdone haber dicho alguna vez “negros de mierda”!
¿Qué podemos esperar de España? El odio de los peninsulares, desde el andaluz mediterráneo al vasco cantábrico, hacia los “yanquis” no ha cesado desde que España fue derrotada en 1898. Mientras, el cubano olvidó horrores como la Reconcentración, y centenares de miles de españoles siguieron emigrando a Cuba durante más de medio siglo de República, buscando el bienestar que en la Península no existía, huyendo de la pobreza de sus atrasadas aldeas y de sus guerras civiles. En Cuba olvidamos y los recibimos con los brazos abiertos; hicieron negocios, forjaron capitales y engendraron hijos cubanos. Recibimos por igual a republicanos y franquistas, no hubo distingos, todos los españoles cupieron en nuestra Isla.
Mucho tenemos que agradecer los cubanos a los yanquis. Los yanquis que los españoles tanto odian, en 1898 sanearon la Isla de fiebres y exterminaron mosquitos en zanjas pútridas. Invirtieron millones en desarrollar nuestra primera industria, invirtieron en nuestra infraestructura, en servicios públicos y ferrocarriles, nos ayudaron a modernizar nuestro país. Dejaron que nosotros, con Enrique José Varona a la cabeza, organizáramos nuestras escuelas públicas y creáramos nuestro sistema educativo con empréstitos yanquis; fundaron seminarios cristianos y escuelas de oriente a occidente. Fueron yanquis sureños quienes plantaron los primeros naranjos en Isla de Pinos.
Habla a la ligera de la Enmienda Platt gente que la desdeña sin ni siquiera haberla leído; yo pienso que si Cuba hubiera seguido el espíritu de esa enmienda, y se hubiera aplicado, nos hubiéramos ahorrado a Machado, a Batista y a Fidel Castro.
No vengan ahora los cubanos españolizantes a decirme que Rajoy y este García Margallo, harán algo por nuestra esclavizada Patria; y menos aun los católicos a redoblar tambores por la visita de Benedicto, que incluirá besamanos de camaleónicos comunistas recién conversos.
Ni de España, ni de la Iglesia podemos esperar nada bueno los cubanos.