LA HABANA, Cuba. – En el número de la revista Bohemia del 21 de diciembre de 2018 aparece una caricatura que llamó mi atención: un campesino le pide al genio de la lámpara una solución para aumentar la producción de alimentos e incrementar los ingresos, a lo que aquel le responde: “¡Sea más eficiente, compay!”.
Y es que la eficiencia no es cuestión de soluciones mágicas. Entre los temas debatidos durante el 11 y 12 de marzo con los presidentes de las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder Popular del país, el ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, presentó el “programa de autoabastecimiento local”, otro invento más de los muchos que se han puesto en práctica desde que en 1960 se agrupara a los agricultores pequeños en Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS). Surgió el experimento con la supuesta finalidad de hacer producir la tierra, pero, en realidad, su objetivo era controlar y exprimir a los campesinos. En esta modalidad, estos mantenían la propiedad de la tierra y los medios de producción, pero no el control absoluto sobre sus cosechas.
En 1976 se crearon las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), conformadas por agricultores pequeños que integraban sus tierras, pero con la caída del campo socialista quedó demostrada su ineficiencia, por lo que en 1993 –en pleno período especial–, ante la crisis de alimentos, se crearon las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) formadas por trabajadores provenientes de empresas estatales, que recibieron en usufructo el 42 % de las mejores tierras del país. Aunque contaba con un alto porcentaje de técnicos de nivel medio y graduados universitarios, el experimento no rindió frutos. Estas tres entidades campesinas están agrupadas en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
En la reunión antes mencionada, Díaz-Canel se refirió a la necesidad de impulsar el programa de los estudios de plantas proteicas realizado por Fidel Castro, que, según él, dedicó los últimos años de su vida a demostrar la viabilidad de esos cultivos y producciones, hasta la comercialización de productos con impacto en la industria agroalimentaria, farmacéutica, cosmética y otros que son fuente de ingresos. ¿Será que en la estrategia que se proponen (como plantearon en dicha reunión) de vendernos 5 kg mensuales de productos cárnicos de especies de ganado menor, además de la bazofia a la que llaman mortadela, estará incluida la moringa?
Al recordar el asunto, me dice un vecino: “Mira, para mí, en honor a la verdad, el experimento que mejor le salió a Fidel Castro fue el de convertirnos en colonia del imperio soviético: a cambio de brindarle favores militares fuimos sus mantenidos durante años, nos enviaban conservas, uvas, peras, dátiles, manzanas, mientras nuestros suelos se llenaban de marabú y las exquisitas frutas de nuestro país se escurrían hacia el extranjero”.
“Cuando nuestro paladar casi estaba adaptado a los alimentos rusos, se desintegró el imperio socialista y comenzó el llamado ‘período especial’, un atolladero del que no logramos salir, porque fueron muchos años de abandono en nuestros campos”, continúa.
Entonces, en el 2008 se les ocurrió otra gran idea para “reanimar” el perdido sector agropecuario: la entrega de tierras ociosas (llenas de marabú) en usufructo. Para ello se promulgó el Decreto Ley 259. Entre 2008 y 2016 se entregaron 1 000 917 ha (el 31 % de la superficie agrícola total); aunque muchos de estos arrendatarios no le han ganado la batalla al marabú: según informó Marino Murillo, a 43 000 usufructuarios se les rescindió el contrato para el uso de la tierra.
Por su parte, entre los temas analizados en el XI Congreso de la ANAP (celebrado en mayo de 2015) estuvieron las causas fundamentales de la ineficiencia en la agricultura cubana, como los bajos precios que les paga el Estado (Acopio), la insuficiente capacidad de almacenaje o de transporte de dicha empresa, las cosechas que se pierden en los campos por el incumplimiento de contratos y los impagos del gobierno a los agricultores, la falta de insumos, además de una serie de trabas y tutelajes gubernamentales que impiden la eficiencia productiva en la agricultura.
Ante la grave crisis alimentaria que sufre la población será puesto en práctica este nuevo experimento (el mencionado programa de autoabastecimiento local). Veamos cómo pueden lograr llevar la comida a la mesa del pueblo sin la libertad que necesitan los campesinos para producir y comercializar sus productos. Por el momento, ni el genio de la lámpara nos salva de la ineficiencia gubernamental.