ESPAÑA. – Cuba se enfrenta al nuevo año 2020 tras unos meses de idilio consigo misma con la celebración del quingentésimo aniversario de la fundación de la capital el año pasado con fuegos artificiales en el Malecón, plafones parpadeantes en esquinas significativas, bolsas de papel, y todo un simbolismo conmemorativo incluida la visita de los Reyes de España a La Habana el último noviembre.
Aquellos que no miran el futuro desde un presente con posibilidades de mejora fracasan en su intento de poder. Quizás la mejor disculpa que usan para solapar la calamidad del presente cubano es recurrir a la agonía del pasado como amenaza, que anuncia una repetición del sufrimiento trasladado al momento actual. Cuba aletea sobre un presente que se mueve entre el deseo basado en la templanza y el correaje que atenaza su tradición próxima y lejana. Su impericia para apoderarse de un pragmatismo como sostén de progreso la esclaviza, y retrasa su andadura en un mundo global necesitado de cómplices, más eficaces en lo económico que en lo geopolítico.
Acabó 2019 aferrada a las conmemoraciones de todo lo que considera lesivo para su historia desde el punto de vista de la Revolución. La ejecución de ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871 por el Cuerpo de Voluntarios de La Habana, grupo paramilitar impulsado en 1811 por el Capitán General de Cuba, Salvador de Muro y Salazar, fue motivo de una marcha estudiantil desde la Universidad capitalina por San Lázaro hasta La Punta encabezada por el Ministro de Educación Superior, José Ramón Saborido Loidi, y por Susely Morfa, primera secretaria del Comité Nacional de Jóvenes Comunistas.
El juicio sumarísimo, en el que se condenó a muerte a los estudiantes, duró siete horas, y la causa fue una supuesta profanación de la tumba del periodista asturiano Gonzalo Castañón, fundador de “La Voz de Cuba”, que había muerto a tiros en un duelo contra el director de “El Republicano” en Cayo Hueso, EE. UU. Según José Martí: “los estudiantes son símbolo del deseo de libertad del pueblo cubano presa del yugo español. Los pueblos viven de la levadura heroica. El mucho heroísmo ha de sanear mucho crimen. Para sacudir al mundo con el horror extremo de la inhumanidad y la codicia que agobian a su patria, murieron con la poesía de la niñez y el candor de la inocencia.”
Hay pueblos que se aferran al pasado como la hiedra al tronco caído del árbol caduco. Viven sobre el soporte de fragmentos de hechos luctuosos, y usan el pretérito como estigma educativo que fortalece el dominio esgrimido por el régimen, que sigue enquistado en su propio bagaje de historia convulsa. Usa al pueblo como látigo contra sí mismo. Crea una red clientelar que manipula y envilece, mendigando las prebendas de un carnet con foto−matón. Organiza marchas inundando calles de fiesta: banda de música engalanada, soldados en presenten armas, oratoria electrizante en homenaje poético en perfectas décimas de Yoerky Sánchez Cuellar: “…argumentos convincentes/ se dieron a conocer/ en el resumen de ayer/ sobre el cruel itinerario/ de este oscuro mercenario/ que se apellida Ferrer/”. Se refiere a José Daniel Ferrer, “un asalariado de EE. UU.” detenido el primero de octubre de 2019, acusado de acciones ilegales contra Cuba. La eurodiputada del Parlamento Europeo, Dita Charanzová, propuso una resolución de urgencia sobre el caso de José Daniel Ferrer y los derechos humanos, que fue aprobada por mayoría, pidiendo la inmediata liberación de José Daniel Ferrer, mientras Cuba se defendía publicando el artículo primero de su Constitución: “Cuba es un estado socialista de derecho y justicia social, democrático… organizado con todos como republica unitaria e indivisible… para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva.”
Cuba está inmersa en otra trifulca mitad política mitad económica. Cuando en la resolución de la Unión Europea para “el acuerdo de diálogo y cooperación con el país caribeño”, cita: “el cual podría quedar suspendido si no se respetan los derechos humanos en la Isla”, por eso tiene que ingeniarse el modo de entregar algo para dar la impresión, por lo menos, de que todo va bien en este sentido. Especialmente ahora que el gobierno de Trump está empeñado en desmantelar regímenes que no le gustan: Venezuela, Nicaragua, Bolivia, que ya cayó con la huida de Evo Morales. Podría preguntarse: ¿cuál puede ser el siguiente? Cuba seguro que no. La calle no es territorio de protestas. A pesar de que Mario Vargas Llosa afirmó hace un mes que “Cuba nos va a dar una sorpresa”. Es fácil dar titulares, pero que éstos tengan sentido ya es otra cosa. Tal vez el escritor peruano−español posea informaciones privilegiadas, pero a la vista de la normalidad con que se vivió el día 10 de diciembre (día de los Derechos Humanos) con el tradicional despliegue de los agentes de la Seguridad del Estado en grupos de cuatro o cinco, vestidos de calle, por los lugares más significativos de la ciudad proclives a cualquier revuelta urbana como hace años, que se pasaron el día en charlas relajadas y comiendo “pan con perro” (perritos calientes), se ve que la oposición, llamada disidencia, está atrincherada en las redes sociales y muy lejos de los adoquines. Una revuelta parecida a las ocurridas en algunos países de ese entorno, es impensable en la mayor de las Antillas, y, si ocurriera, sería una convulsión mundial por el significado que tendría y el foco de enfrentamiento internacional que generaría tras 61 años de régimen inamovible en lo político. Aunque ya está pagando parte de las consecuencias de estos disturbios ajenos con el regreso de miles de médicos cubanos de Bolivia, Brasil y Ecuador, y la merma de sus ingresos por los servicios prestados en esos estados por tan valiosos profesionales.
Si tienes familiares en Cuba comparte con ellos el siguiente link (descargar Psiphon), el VPN a través del cual tendrán acceso a toda la información de CubaNet. También puedes suscribirte a nuestro Boletín dando click aquí.