LA HABANA, Cuba.- Los gobernantes cubanos se ufanan de la creación en los últimos tiempos de un número significativo de nuevos actores económicos no estatales, en especial de cooperativas no agropecuarias y las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Pretenden dar a entender que el sindicalismo va a solucionar muchos de los problemas que hoy afectan a la economía nacional.
Sin embargo, hay un elemento que el castrismo pasa por alto: la necesidad de autonomía para que estos actores puedan desarrollar todas sus capacidades. Durante el reciente IV Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba se insistió en que estas formas no estatales deben articularse con la empresa estatal socialista ─lo que en la práctica significa subordinarse a ella─, y así no constituirse en conglomerados aislados que solo busquen la reproducción de sus recursos.
En ese contexto, al sindicalismo oficialista le toca su parte, que consiste en afianzar el control sobre la masa de trabajadores que integren las nóminas de esos nuevos actores económicos. Ellos pertenecerán a entidades no estatales, pero no por eso dejarán de sentir sobre sus espaldas la presión de un poder totalitario.
Durante la asamblea de balance anual de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en la provincia de La Habana, el secretario general de ese gremio, Ulises Guilarte de Nacimiento, expresó que “La afiliación de la importante masa de trabajadores agrupados en las Mipymes es hoy uno de los más grandes desafíos al liderazgo y en el ejercicio de representación de las organizaciones sindicales”.
Más adelante, el mandamás del sindicalismo castrista se refirió a “la necesidad de organizar a esa creciente fuerza de trabajo, asegurar la defensa y garantía de sus derechos, canalizar sus preocupaciones e inquietudes, e imbuirla del espíritu de combate y de soluciones que demanda el país”.
Aunque el señor De Nacimiento habla de defender los derechos de los trabajadores que integran las Mipymes, sabemos perfectamente que su misión principal radica en el otro componente de su declaración. O sea, “imbuir a las Mipymes del espíritu de combate y de soluciones que demanda el país”. En otras palabras: tratar de convertir a estos actores y a sus trabajadores en dóciles instrumentos al servicio de los intereses del castrismo.
El Secretario General de la CTC no aclaró el tipo de sindicato que piensan organizar con los trabajadores de los nuevos actores. Aunque, por supuesto, todo hace indicar que los integrarán a los distintos sindicatos ramales que ya funcionan en cada sector de la economía, y que se subordinan a la CTC. Eso es lo que ha hecho el oficialismo con los trabajadores por cuenta propia que han decidido afiliarse a la CTC.
El castrismo siempre se negó ─y evidentemente lo va a seguir haciendo─ a permitir la creación de sindicatos independientes entre los cuentapropistas y otras formas de gestión no estatal. De ninguna manera están dispuestos a tolerar la existencia de una masa de trabajadores ajenos al mensaje ideológico de la maquinaria del poder. Además, el recuerdo del sindicato independiente Solidaridad, en la Polonia de los años 80, no los dejaría conciliar el sueño.
De momento, el señor Guilarte de Nacimiento y su tropa se preparan para caer sobre una masa de trabajadores nada despreciable. Según datos anunciados en el referido Pleno del Partido, hasta mediados de abril había en el país 426 cooperativas no agropecuarias, y 2 937 Mipymes, de ellas 2 886 no estatales.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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