LA HABANA, Cuba. – El nuevo presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), Osvaldo Vento, a diferencia de su predecesor Antonio Becali, no pronosticó una ubicación específica de Cuba en el medallero de los Juegos Panamericanos recién concluidos en Lima, Perú. No obstante, sí insistió en que la isla superaría la actuación de hace cuatro años en la cita de Toronto 2015. A tales efectos el grupo musical Moncada compuso la canción “Vamos por más”, que era interpretada cada vez que un deportista cubano ganaba una medalla de oro.
Sin embargo, la realidad se encargó de frustrar las aspiraciones de los mandamases del deporte cubano. Ahora en Lima, y a pesar del impulso final que dieron el atletismo, la lucha y el judo, además de controversiales decisiones que favorecieron a los boxeadores cubanos, se obtuvieron 33 medallas de oro, y Cuba terminó en el quinto puesto en la tabla de medallas. Un resultado final que queda por debajo de lo alcanzado en Toronto, cuando la isla logró 36 medallas de oro, y se ubicó en el cuarto puesto por naciones.
Semejante ubicación confirma a Brasil, México y Canadá —ganadores del segundo, tercero y cuarto lugares, respectivamente— como mayores potencias deportivas que Cuba, sobre todo el país azteca, que el pasado año también había superado a Cuba en los Centroamericanos de Barranquilla. Por otra parte, es de destacar que dicha ubicación en el medallero hace retroceder al deporte cubano al año 1963 durante los Panamericanos de Sao Paulo, ocasión en la que también se había alcanzado el quinto escaño por naciones.
La representación cubana mostró debilidades en deportes individuales que antaño le habían otorgado pergaminos, como el clavado, las pesas y la gimnasia artística. Pero la debacle mayor aconteció en los deportes colectivos, en los que la isla solo fue finalista en el voleibol masculino, para alcanzar finalmente la medalla de plata tras ser derrotada por la representación de Argentina.
Mención especial para la que, sin dudas, clasificó como la actuación más bochornosa de la delegación cubana en Lima: el desempeño del equipo de béisbol. Los peloteros de la isla quedaron en el sexto puesto del evento, en el que tomaron parte ocho equipos. Únicamente se ubicaron por encima de Perú y Argentina, dos naciones donde casi no se practica este deporte. Es la primera vez, desde los Panamericanos de Chicago en 1959, que nuestro deporte nacional —bueno, si es que aún se puede llamar así— queda fuera del podio de premiación, aunque en las dos citas anteriores solo había accedido a la medalla de bronce. Los aficionados cubanos nunca olvidarán la catástrofe acontecida durante el duelo contra República Dominicana, cuando el pitcheo cubano permitió nueve carreras en el décimo inning para quedar tendidos en el terreno.
No podemos dejar de mencionar la politización y las acciones extradeportivas que acompañaron a la participación cubana en esta cita continental. Maniobras que presionaron sicológicamente a nuestros deportistas, pues casi los forzaban a triunfar en las competencias. Nos referimos a las visitas a las casas de los atletas para colocar pegatinas con la inscripción “Esta es una casa panamericana”, así como entrevistas a familiares de los deportistas.
Por lo pronto, se puede afirmar que el señor Osvaldo Vento, tal como decimos los cubanos, “entró con el pie izquierdo en la jefatura del INDER”. Si Cuba no mejora su actuación en la cita olímpica de Tokio 2020, es probable que su estancia en la cima del deporte nacional sea efímera.
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