LA HABANA, Cuba. – Vale la pena echar un vistazo a estos dos años, específicamente a dos sucesos: el fracaso de la Zafra de los Diez Millones, en 1970, y el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, en 1971.
Tan incómodo quedó Fidel Castro tras hacerse una crítica a sí mismo por su derrota, que en el discurso del 26 de julio de 1970 arremetió contra los intelectuales cubanos y extranjeros, contra la izquierda intelectual latinoamericana y contra los sindicatos del país.
“Se hace necesario ―dijo― el inicio de una campaña de acercamiento con las masas, porque hay que democratizar y reforzar los sindicatos”.
Es posible que en aquellos momentos recordara lo que había dicho el Che Guevara sobre los intelectuales y su “pecado original” en el libro El socialismo y el hombre nuevo en Cuba: “No son auténticamente revolucionarios. Las nuevas generaciones vendrán libres del pecado original. Nuestra tarea consiste en impedir que la generación actual, dislocada por sus conflictos, se pervierta y pervierta a la nueva generación. Ya vendrán los revolucionarios que entonen el canto del hombre nuevo con la auténtica voz del pueblo”.
Entonces, ¿qué hizo Fidel en 1971? Ese año fueron arrestados los intelectuales Heberto Padilla y Belkis Cuza Malé; es declarada persona non grata y expulsado del país el intelectual y embajador chileno Jorge Edwards; y es condenado a prisión el escritor y periodista francés Pierre Golendorff.
Le Monde publica una carta firmada por 34 figuras internacionales del mundo intelectual, entre ellos Sartre, Moravia, Cortázar, Goytisolo, Vargas Llosa y Octavio Paz, quienes mostraron preocupación por las represalias tomadas por el gobierno cubano.
Después de casi 40 días Padilla sale en libertad y Le Monde pública una segunda carta, ahora firmada por 62 intelectuales extranjeros más, quienes protestaban por la “mascarada” de la autocrítica de Padilla, forzada por Castro, muy similar a los juicios y autocríticas estalinistas.
Por esos días también se celebra el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, donde se anuncia una política de más represión e intolerancia cultural. La declaración final del Congreso condena el “homosexualismo” y “otras aberraciones sociales”, como las prácticas religiosas.
En 1971 se decide, según una noticia del 30 de julio del periódico Granma, establecer nuevas normas para acceder a la Universidad, la cual queda reservada únicamente para los revolucionarios.
También se prohíben oficialmente las religiones sincréticas afrocubanas y se inicia la persecución de los intelectuales negros, como Walterio Carbonell y otros, que ahondan en sus raíces étnicas. Asimismo, el régimen destruye los libros Juego de Damas, de Belkis Cuza Malé, y Mood Indigo, de Severo Sarduy. También es expulsado Eduardo Heras de El Caimán Barbudo, se prohíbe la revista Pensamiento Crítico, del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, y sale de prisión José Lorenzo Fuentes, destacado novelista con una decena de libros publicados, después de dos años de cárcel.
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