MIAMI, Estados Unidos.- Para la propaganda oficialista cubana las Palabras a los Intelectuales, pronunciadas por Fidel Castro el 30 de junio de 1961, marcaron un hito que garantizó una buena cuota de libertades a la hora de encarar el hecho artístico, y que según la cúpula del poder aún continúan guiando la política cultural del país. Todo debido a que la máxima “Dentro de la Revolución, todo” no solo incluía a los creadores identificados con el castrismo, sino también a aquellos no adictos al gobierno, pero que tampoco calificaban como contrarrevolucionarios. Es decir, a los artistas y escritores que el máximo líder llamó “honestos”.
El discurso cultural del castrismo también reconoce que hubo un período en el que no estuvo presente el espíritu “aperturista” de las referidas palabras de Fidel Castro. Ese lapso lo enmarcan entre 1971 y 1976, comúnmente calificado como “el quinquenio gris de la cultura”. Y a la hora de hallar algún culpable de semejante retroceso giran la mirada hacia funcionarios subalternos como Luis Pavón Tamayo, que encabezaba el Consejo Nacional de Cultura.
Por supuesto, nunca la maquinaria del poder les achacó responsabilidades a los máximos dirigentes, quienes quedaban al margen de los desmanes que se cometieron por aquella época, entre ellos la política discriminatoria contra los creadores que se alejaban de las conductas heterosexuales.
En el contexto de las críticas que se siguen haciendo del quinquenio gris, sobresalen unas palabras de Abel Prieto, actual presidente de la Casa de las Américas, pronunciadas recientemente con motivo de las celebraciones por el 60 aniversario de las Palabras a los Intelectuales. Esto declaró el señor Prieto: “Ese método de comunicación entre las instituciones y los creadores ha sido el que ha caracterizado la política cultural revolucionaria hasta hoy día, con excepción del paréntesis de la primera mitad de la década de los setenta, y que fue en verdad una traición al espíritu de Palabras a los Intelectuales” (“Abel Prieto: Fidel le hizo honores a su maestro José Martí”, en periódico Trabajadores, edición del 28 de junio).
En términos parecidos se expresó el gobernante Miguel Díaz-Canel durante su discurso en el acto central por el 60 aniversario de las citadas Palabras: “Aquel diálogo de 1961 está vivo, aunque en más de un momento en estos años lo hayamos descuidado, pospuesto, malentendido y puede que hasta maltratado”.
Como se ve, se habla de traición y hasta de maltrato al espíritu que ellos perciben en las Palabras a los Intelectuales. Pero en ningún lugar se sugiere el nombre del culpable.
Existe mucha celebración por el sesenta aniversario de aquel discurso de Fidel Castro en 1961, pero se trata de ignorar otro discurso del máximo líder. Este pronunciado en 1971 durante el primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, cuando Castro exteriorizaba su rabia por el escándalo internacional que ocasionó el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla.
En aquella ocasión el mandamás del régimen cubano expresó que “Para volver a recibir un premio, en concurso nacional o internacional, tiene que ser revolucionario de verdad, escritor de verdad, poeta de verdad” (periódico Granma, edición del 3 de mayo de 1971). Evidentemente, se refería al premio que había ganado Padilla con su poemario Fuera del juego.
Aquí Castro se quitaba la careta de “aperturista” que había utilizado diez años antes. Ya no había “honesto” ni nada que se le pareciera. Ahora había que ser revolucionario de verdad. Es decir, incondicional de su gobierno. Más claro ni el agua. En ese discurso de 1971 se descubre al verdadero traidor al espíritu de las Palabras a los Intelectuales.
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