MIAMI, Estados Unidos.- Los grupos y proyectos opositores cubanos que intentaron participar en las “elecciones” gubernamentales para delegados municipales del Poder Popular, acaban de reconocer que no les fue posible presentar a ningún candidato para esos comicios.
Así lo dieron a conocer en La Habana representantes de Candidatos por el Cambio (CXC), Otro 18 y Somos Más, quienes trabajaron durante varios meses en la preparación y promoción de más de 600 posibles candidatos de bases.
Según dichos representantes el gobierno actuó a través de los órganos de la seguridad, los núcleos zonales del PCC, los CDR y demás instituciones oficiales y para-oficiales barriales para obstaculizar la participación de dichos opositores en las Asambleas de nominación de candidatos.
Lo mismo fueron detenidos y procesados por supuestos delitos comunes que retenidos en sus casas para impedirles participar, o quizá fueron difamados o cambiaron sus nombres en las boletas de votación.
En video que corrió por las redes, el Vicepresidente Díaz-Canel dejó bien establecido que no iban a permitir esa participación.
La violación de las propias leyes gubernamentales y de la ley electoral fue la tónica que caracterizó el proceso.
A pesar de estos resultados, algunos representantes de estos grupos consideran que el balance general fue positivo, pues les sirvió para movilizar a otros ciudadanos en torno a sus programas y dar a conocer a futuros líderes.
La representante de Somos Más, Joanna Columbié, manifestó: “Creemos que es necesario un cambio urgente y radical en la Ley Electoral para que se compita en igualdad de condiciones y, más que eso, que haya un cambio del sistema del país que impida a la Seguridad del Estado y a los órganos represivos reprimir a todos aquellos que quieran presentarse libremente como ciudadanos en las ‘elecciones’ del país y ocupar un cargo”.
Y remachó: “No hay manera de posicionarnos como movimiento político o como oposición sin el cambio de la Ley Electoral”.
Efectivamente, un principio en la lucha democrática es la acumulación de fuerzas por medio del proselitismo político. Si no existen posibilidades para desarrollarlo pues simplemente no hay acumulación de fuerzas para promover una posición política, más cuando se pretende un cambio del sistema estatal, centralizado política y económicamente.
Desde las posiciones del SPD (Socialismo Participativo y Democrático) hemos apoyado todas las acciones que de alguna manera contribuyan a la formación democrática de los ciudadanos cubanos. Al mismo tiempo hemos significado que mientras en Cuba no se desarrolle un amplio proceso de democratización, que implique libertades de expresión, asociación, elección y actividad económica, no habrá condiciones para una nueva Constitución y nuevas leyes electorales ni para el desarrollo de elecciones libres y democráticas.
En fin, no habrá condiciones para defender un programa distinto al del gobierno, promover figuras y movilizar fuerzas políticas capaces de impulsar los cambios necesarios.
Así lo demuestran las acciones obstruccionistas, antidemocráticas, violatorias de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos cubanos y de las propias leyes de la dictadura, desarrolladas para evitar que los candidatos independientes siquiera fueran nominados.
Este intento de la oposición y la disidencia interna de todas formas ha servido para poner de manifiesto una vez más la ausencia de libertades democráticas en Cuba. Esto debe ser ampliamente divulgado y dado a conocer a todos los gobiernos y parlamentos del mundo, a la OEA, a la ONU y a todas las ONG, especialmente a sus instituciones relacionadas con el respeto a los Derechos Humanos.
Seguimos sosteniendo, por tanto, que la tarea más priorizada de la oposición y la disidencia y en la que creemos deberían concentrarse sus esfuerzos, es trabajar mancomunadamente para buscar la apertura de un proceso de democratización.
Las vías para alcanzarlo tendrían que ser del mismo corte democrático. La violencia engendra más violencia y Cuba necesita cerrar el ciclo de violencia que se inicio con la dictadura de Batista y se profundizó con la lucha armada en su contra. El ciclo se sostiene porque el castrismo que llegó al poder por esa vía, solo ha podido sostenerse con el uso de la violencia.
Las dictaduras se pasan por las armas o por las urnas. Por las armas no parece posible ni conveniente. Pero para pasarla por las urnas hay que crear las condiciones primero.
Un proceso de democratización en Cuba pudiera ser posible por la conjugación de intereses comunes entre la disidencia del oficialismo, partidaria de profundos cambios políticos y económicos y el movimiento opositor, sin sectarismos, en una amplia concertación democrática, con unos pocos objetivos claros y definidos que todos puedan apoyar, sin menoscabo para su identidad y donde jueguen un papel importante y tal vez decisivo, las fuerzas democráticas externas por su peso económico y sus posibilidades de influencia política.