LA HABANA, Cuba.- Tres derrotas consecutivas registró la selección cubana de béisbol que representará a la Isla en los Juegos Centroamericanos y del Caribe “Barranquilla 2018”, ante un equipo universitario de los Estados Unidos. En el estadio Latinoamericano de La Habana hubo que esperar el cuarto y último choque para ver alguna reacción de la novena cubana, cuya ofensiva despertó desde el capítulo inicial marcando tres carreras.
A pesar de este repunte que generó una leve oleada de optimismo, los resultados negativos de la pelota cubana se han vuelto tendencia en los últimos años. Una victoria en el cuarto juego no borra la pésima actitud apreciada en los tres anteriores, resultado alarmante porque se trata del equipo nacional, lo mejor que tenemos para discutir títulos en certámenes de alto nivel.
Durante los tres primeros encuentros ante la novena norteña, los cubanos hicieron una sola completa, permitida por un wild pitch. Frederich Cepeda, a quien siguen seleccionando por su calidad de “bateador oportuno”, pegó un único jonrón en el cuarto juego, impulsando dos carreras. En seguidilla reaccionó la artillería insular con hits de Yurisbel Gracial, Juan Carlos Torriente, Raúl González y Yordan Manduley. Pero a pesar de que la ofensiva carburó en el último momento, pesa enormemente el hecho de que no haya buenos lanzadores relevistas para cuidar la ventaja en el marcador. Se mantiene la filosofía de colocar un pitcher en el montículo hasta que aguante, y depositar todas las esperanzas en bateadores que lucieron fatal ante prospectos universitarios.
La victoria aplastante en el cuarto juego (15-4) no mitiga el mal recuerdo de las muchas veces que el bateo antillano falló en el momento decisivo, con el empate en circulación. Más allá de las deficiencias largamente criticadas y hasta ahora no remediadas, los nacionales no parecían tener deseos de jugar y por momentos lucían desesperados porque el choque terminara.
Si bien es cierto que el béisbol cubano hasta ahora ha mantenido su prestigio en el área centroamericana y caribeña, los restantes equipos de la región se han preparado bien. Las novenas de Colombia, México y Puerto Rico podrían sorprender a la escuadra cubana, cuyo brillo palidece más cada año y no evidencia cambios que auguren un futuro prometedor con miras a la clasificación para los Juegos Olímpicos de 2020. Es una selección que no se oxigena y continúa con un rendimiento irregular, sea a la ofensiva o desde el montículo.
El trabajo en ambos frentes ha sido predecible y gris, jugando al batazo sin mayor creatividad; encima cometiendo errores imperdonables a ese nivel. No es de extrañar que hayan perdido la serie 3-1 frente a un equipo joven que busca ganar experiencia y consolidar a atletas como Daniel Cabrera y Andrew Vaughn, que ya muestran perfil jonronero. La selección cubana, por el contrario, ha trascendido su etapa de búsqueda. Juega con lo mejor que tiene, así que debería mostrarse mejor preparada física y psicológicamente.
La culpa por tan mala actuación ante Estados Unidos recae, según los comentaristas, en la falta de liderazgo y entusiasmo apreciable en el equipo; argumentos ridículos para intentar justificar una ofensiva inestable y el peor pitcheo que se ha visto en los últimos años. Hay excesiva confianza en el histórico dominio demostrado por Cuba en previas ediciones de los Juegos Centroamericanos y del Caribe; pero un equipo que ha necesitado cuatro encuentros amistosos para “despertar”, no tendrá igual cantidad de oportunidades en el evento internacional más importante de 2018 para el béisbol cubano.