ESTADOS UNIDOS.- El régimen castrista viene trabajando hace tiempo en una nueva constitución que contemple los cambios introducidos en la economía por la actualización “raulista”, sin incluir modificaciones imprescindibles para que la misma asuma un carácter verdaderamente democrático, como sería, entre otras, eliminar el articulo 5to sobre el papel dirigente del Partido Comunista en la sociedad cubana y la irrevocabilidad del supuesto carácter socialista del Estado.
Pero además, nada se dice de reconocer el pluripartidismo, la independencia de los tres poderes clásicos y su municipalización y el pleno respeto a los derechos y libertades ciudadanas reconocidos internacionalmente.
Estas razones y la redacción en secreto del proyecto por una comisión designada, serían suficientes para demostrar el carácter antidemocrático del engendro que se pretende.
Asimismo, el oficialismo ha indicado que el proyecto que redacte esa comisión será sometido a una previa discusión popular y posteriormente sería votado en referendo.
Sin embargo la realización de un referendo constitucional demanda una serie de condiciones que hoy no existen Cuba y que no parecen estar en el interés del gobierno por razones propias de su condición dictatorial.
Esas condiciones mínimas serían que el proyecto constitucional fuera el resultado de un proceso democrático de elección de los constitucionalistas, de manera que se pudiera garantizar su carácter democrático y profesional.
Igualmente sería necesario que existiera un tiempo prudencial donde fueran efectivas las libertades democráticas básicas de manera que se pudiera garantizar ese proceso democrático previo.
A su vez las discusiones que sostuvieren los constitucionalistas, deberían ser dadas a conocer en vivo y en directo a toda la población para que esta pueda seguir el debate y aportar al mismo. Se trata del documento rector de la sociedad que a todos incumbe y afecta.
Además sería preciso un ambiente de tolerancia y moderación que permita a todos los ciudadanos expresarse libremente en la prensa escrita, radial y televisiva sobre todos los temas a discusión sin que el debate popular se realice en espacios cerrados y controlados por el Partido y demás instituciones de gobierno.
En particular la realizacion de un referendo que se pretenda democrático demandaría plena transparencia, control ciudadano y de observadores internacionales independientes, junto a un sistema de votación que no se preste a la manipulación.
En nuestro caso, ningún proceso constituyente sería democrático, si no se garantizara la participación en los debates y en la votación de los casi tres millones de cubanos que por diferentes razones viven fuera del país, están exiliados o simplemente trabajando para ayudar a su familiares en Cuba.
Téngase presente que las remesas, envios de paquetes, salarios incautados y trámites consulares y aduanales, constituyen las principales fuentes de ingresos del país. Ellos que mantienen gran parte de las familias y la economía cubanas deben ser tenidos en cuenta. De lo contrario se podría generar una campaña destinada a cortar esos fondos.
Esas condiciones mínimas que estamos demandando, no existen en Cuba y ya arrancó el proceso viciado de origen por la designación de los constitucionalistas y la existencia de un documento previo ya elaborado por un grupito igualmente designado por el gobierno-partido-estado.
Si el régimen no es capaz de garantizar esas mínimas condiciones, no hay certeza alguna de que estemos ante un referendo democrático ni que la constitución resultante valga la pena discutir la y votarla y mucho menos que responda democráticamente a los intereses de todos los cubanos.
Sin esas condiciones el régimen tendría amarrada una constitución que responda a sus intereses pues no habría manera de estimular una participación popular democrática, libre y transparente que contemple las aspiraciones de todos los cubanos de todas las tendencias políticas.
Si el régimen realmente quisiera una nueva constitucion democrática tendría que asumir estos condicionamientos y a trabajar seriamente por un enfoque plural y democrático que no se ve ahora por ninguna parte. Entonces quizás valdría la pena promover desde la oposicion y la disidencia una amplia participación en el proceso y en el referendo.
De lo contrario, sería una farsa más, como todos los procesos electorales realizados bajo control castrista.