LA HABANA, Cuba. — “Las playas son para el pueblo”, dijo Fidel Castro en los inicios de su régimen. Pero hoy disfrutar en una playa como Varadero cuesta una fortuna. La inmensa mayoría de los cubanos, si no reciben una generosa remesa, carecen del dinero necesario para ello.
Estuve hace una semana en Varadero para visitar a familiares que viven allí hace muchos años. Lo que vi cuando me pasearon por ese gran complejo turístico es digno de comentar.
Cuando uno llega a la llamada Playa Azul, da la impresión de estar en otro país. Sus innumerables hoteles, restaurantes, bares, cafeterías y tiendas impresionan al cubano de a pie.
Dentro de los puntos más interesantes están el Hotel Internacional, reedificado y perteneciente a la cadena Meliá; la casa DuPont, convertida hace años en el restaurante Las Américas, y el bar-restaurante The Beatles, en el parque Josone.
Son 25 kilómetros repletos de estas instalaciones, que abarcan desde el nuevo hotel Oasis hasta la zona de la Marina Varadero, al final de la península de Hicacos.
La mayoría de los residentes permanentes en Varadero cuentan con grandes y modernas casas, las cuales alquilan a vacacionistas extranjeros. En los últimos dos años, al escasear los turistas debido a la epidemia de COVID-19, este negocio se ha visto bastante afectado.
Las reservaciones para los hoteles son por el sistema “todo incluido”. Consiste en un día con su noche, con desayuno, almuerzo y comida. El precio depende de la categoría del lugar. Por ejemplo, en un hotel 3 o 4 estrellas, es de 3 000 pesos por persona y los niños 1 500. Pero en un hotel 5 estrellas puede costar hasta 9 000 pesos diarios.
Los precios de las comidas son excesivos. En un restaurante ubicado en la Marina Varadero los precios que aparecían en la tablilla eran: bistec de res en cazuela (1 000 pesos); chilindrón de chivo (800 pesos); vaca frita (600 pesos); pescado Hemingway (550 pesos); pollo asado (1000 pesos).
En La Casa del Café, que se encuentra al lado, cobran 50 pesos por una taza de café, y el pago hay que hacerlo por tarjeta magnética. Esto es para hacer que los extranjeros no puedan cambiar sus divisas en pesos por la izquierda y consumir así los productos en moneda nacional, lo que les resultaría más barato.
Una persona debe tener unos 600 dólares como mínimo para enfrentar los gastos de cinco días de estancia. Aun al cambio clandestino de 120 pesos por dólar, es una cifra prohibitiva.
A pesar de estos precios, llama la atención la cantidad de cubanos que visitan estos lugares y que pagan con moneda nacional.
¿Cómo es posible que haya tantos cubanos en estos sitios tan costosos? ¿De dónde sacan el dinero?
La mayoría de ellos, si no son propietarios de negocios privados, reciben del exterior remesas que llegan por diferentes vías no bancarias. Debido a la enorme inflación y la depreciación del peso cubano, cambian los dólares en el mercado negro, a uno por 120 pesos. Eso les posibilita unas vacaciones de lujo.
Los demás que visitan estos lugares, inaccesibles para la mayoría de la población, son dirigentes, sus familias y otros privilegiados miembros de la elite
Varadero y las mejores playas de Cuba ya no son para el pueblo. A lo sumo, el pueblo puede ir a las más malas. Aun así, los gastos son bastantes elevados.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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