GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 26 de septiembre se cumplen 135 años del fallecimiento de José Antonio Saco y López, un pensador, político e intelectual cubano extraordinario. Según escribió el Dr. Eduardo Torres Cuevas en su obra Historia del Pensamiento Cubano, si un pensador tiene el privilegio de haber centrado, durante cerca de dos siglos, la polémica en torno a los más definitorios problemas de la historia, la sociedad y el destino de Cuba, ese es José Antonio Saco.
Hijo del abogado santiaguero José Rafael Saco Anaya y de la bayamesa María Antonia López Cisneros, Saco fue el mayor de los tres hijos de este matrimonio y vino al mundo el 7 de mayo de 1797 en la ciudad de Bayamo.
Hasta sus 14 años su familia gozó de una sólida posición económica, ensombrecida por la muerte prematura de sus progenitores. Sobre la herencia dejada por ellos se lanzó una turba de bandidos, según el propio Saco dejó constancia en su autobiografía, conato de despojo que provocó tres años de litigios judiciales.
Posteriormente, se trasladó a Santiago de Cuba, donde inició estudios de Filosofía y Derecho en el Seminario San Basilio el Magno, hasta que un abogado español, José Villar, le recomendó que se trasladara a La Habana y asistiera a las clases de filosofía que el padre Félix Varela impartía en el Colegio de San Carlos. Saco aceptó la sugerencia y en 1816 llegó a la capital. En diciembre de ese año matriculó Derecho Civil y dos años después obtuvo el título de bachiller en esa materia.
Desde su llegada a La Habana, se vinculó con jóvenes que compartían sus inquietudes intelectuales y sus críticas a la sociedad colonial. Entre ellos estaban Nicolás Manuel de Escovedo, Felipe Poey y José de la Luz y Caballero.
La influencia de Félix Varela marcó a Saco desde su más temprana juventud, al extremo de que calificó al sacerdote y patriota como el hombre más virtuoso que había conocido y el primero de todos los cubanos. La relación entre ambos fue tan estrecha que cuando Varela fue electo diputado a Cortes en 1821 propuso que Saco ocupara la cátedra de Filosofía, que dejaba vacante, y también lo nombró su apoderado y representante.
Se afirma que el éxito de Saco al frente de dicha cátedra alcanzó resonancias en toda la isla. Sin embargo, al caer en 1823 el régimen constitucional español fueron condenados a muerte los diputados a Cortes, entre ellos Félix Varela. Monseñor De Espada, hasta entonces protector de Varela, cayó en desgracia. El nuevo obispo, Juan Bernardo O´ Gavan arremetió contra los amigos de Varela y declaró vacante la cátedra de Filosofía. Debido al hostigamiento que sufrió Saco, partió en 1824 hacia los Estados Unidos de América, donde se reunió con Varela y desarrolló una intensa actividad intelectual.
En 1826 volvió a Cuba y en ella permaneció hasta 1828, año en que viajó a los E.U.A. y fundó junto con Varela El Mensajero Semanal. En 1832 regresó a Cuba y fue nombrado director de la Revista Bimestre Cubana pero dos años más tarde fue deportado por orden del general Tacón y marchó hacia Europa. En 1835 hizo estudios de Química en La Sorbona y en 1836 fue nombrado en tres ocasiones diputado a Cortes por la provincia de Oriente aunque nunca pudo tomar posesión del cargo.
Entre 1837 y 1845 viajó por varios países europeos. A partir de entonces sus estancias en la isla fueron más esporádicas. Regresó a Cuba en 1860 pero ese mismo año volvió a Europa, donde prácticamente se mantuvo hasta su muerte.
Su obra intelectual
Aunque fue esencialmente un político y un filósofo, su quehacer intelectual también abarcó la Física, la Química, la Astronomía, la Cronología y la Meteorología. En 1823 publicó la obra Explicación de algunos tratados de Física, y en 1824 tradujo junto con Félix Varela el Manual de práctica parlamentaria, de Thomas Jefferson, y el libro Elementos de Química aplicada a la Agricultura, de Davy. En ese tiempo publicó la segunda edición, corregida y aumentada, de sus Lecciones de Filosofía y tradujo del latín el libro Elementos de Derecho Romano, de Heineccio.
Su primera obra de trascendencia para la historia patria fue Memoria sobre los caminos en la isla de Cuba (1829), en la que se pronunció por la construcción de viales y el desarrollo del ferrocarril. En 1830 publicó su famosa Memoria sobre la vagancia en la isla de Cuba, obra que lo situó a la vanguardia de los estudios de la sociedad cubana de entonces. Su famosa trilogía sobre el problema de la trata de esclavos, su obra Paralelo entre la isla de Cuba y algunas colonias inglesas y su monumental Historia de la esclavitud en seis tomos lo colocó en un lugar cimero dentro de la intelectualidad hispanoamericana.
José Antonio Saco mantuvo durante toda su vida acendrados principios éticos. Agudo polemista, fue el primer intelectual cubano que desarrolló el concepto de nacionalidad y, aunque no apoyó la lucha violenta, sus ideas contribuyeron grandemente al afianzamiento del independentismo cubano.