LA HABANA, Cuba, agosto,www.cubanet.org.- Elsa Velázquez Mata deambula entre delirios y aflicciones. Siempre se le ve con un portafolios a cuestas, en el que conserva varios expedientes de viviendas que nunca recibió como caso de Seguridad Social, cartas de ministros emitidas a su favor, certificados médicos que avalan la cardiopatía congénita de su hijo menor y un diario (libreta) que recoge sus lamentos durante 17 años.
Ingeniera agrónoma con 43 años de edad, ha sufrido maltratos físicos, desalojos, prisión, y lo peor de todo, la burla de un gobierno que dice defender los derechos de la mujer.
Vive agregada con su hijo en casa de una tía, en el barrio Santa María del Rosario, municipio habanero del Cotorro. “Alguien vive por mí y come por mí, no tengo registro de identidad ni residencial”, dice mientras muestra un carnet de identidad hecho por ella: un pedazo de cartulina blanca en el que aparecen sus datos personales en letra corrida, la foto y una huella dactilar plasmada con azul de metileno.
Cinco años de prisión “por quemar al marido”
Su vida dio un giro brusco en 1997, cuando fue víctima de violencia familiar en reiteradas ocasiones. Fue acusada a cinco años de privación de libertad por propinarle quemaduras con agua caliente a su ex cónyuge. Pero ElsaVelázquez Mata siempre negó aquel incidente. Dice que su ex marido, ayudado por el hermano, un ex oficial de la policía, se auto agredió para encausarla y quedarse con la vivienda.
Esta cubana ha estado bajo la mira de las autoridades durante 17 años. En 2004, después de cumplir cinco años de prisión y con su hijo de dos meses, el director del Palacio de las Convenciones de La Habana, Abraham Maciques, se comprometió que antes que el bebé empezara a comer ella iba a tener un apartamento con todas las de la ley. Maciques la encaminó en la Dirección Provincial de la Vivienda y bajo el amparo del funcionario Rafael Martínez, inició su primer expediente de vivienda para casos priorizados, el 290 de 2004.
Ocupa una oficina de correos abandonada
Después de un año de espera sin recibir la vivienda prometida, el Poder Popular de La Habana abrió dos nuevos expedientes para Elsa, el 6000 y 6017, de 2005. Dos años después, el 15 de septiembre de 2007, el caso es trasladado para el Poder Popular del municipio Guanabacoa, y Elsa aparece en los aspirantes a vivienda con los números de expedientes 05272 y 1146. En 23 de diciembre de 2009, el municipio Cotorro asume el caso y abre otros dos expedientes (061285 y 04568), este último correspondiente a un local inhabilitado en el poblado de Santa María del Rosario. Todos estos expedientes se negociaron (vendieron), porque, según Elsa, “en el registro civil ella aparecía con otra identidad”.
Agobiada de tanto peloteo, en enero de 2008 decidió ocupar con su hijo una oficina de correos abandonada, ubicada en la localidad de Santa María del Rosario. Consciente de la violación, decide enviarle una carta al entonces director de Correos de Cuba, Luis Enrique Blanco Prieto, para que éste le cediera legalmente el local. El 28 de ese mismo mes es desalojada por la fuerza. Cuenta que en su ausencia, la policía rompió el candado del local con pólvora y se llevó el techo, las ventanas y una olla arrocera donada por Seguridad Social.
El 24 de mayo de 2010, Elsa recibe respuesta de Luis Enrique para valorar el caso. Pero ya era demasiado tarde, dicha oficina de correo estaba en poder de un jefe de policía nombrado Daniel.
Las casas que nunca tuvo
El 13 de febrero de 2010 fue su último intento por exigir una vivienda “confortable”, tal y como rezaba en cada uno de los expedientes. Lo hizo ante Juan Contino, por entonces Presidente del Poder Popular en La Habana. Al revisar en los registros de “casos sociales”, Liudmila Mejía y Orlando Núñez, este último segundo del Poder Popular en la capital, detectaron que Elsa Velázquez Mata aparecía como propietaria de seis apartamentos.
Hoy, entre sus delirios, exige “indemnización” por las casas que nunca tuvo. Tal vez por eso conserva minuciosamente todos los expedientes de viviendas, las fechas de las citas con funcionarios, cartas, ocho libretas de abastecimiento, recortes de periódicos con discursos de Fidel Castro y hasta la donación oficial de una oficina de correo abandonada.