LA HABANA, Cuba, setiembre, www.cubanet.org -El colmo de la crueldad contra los animales, con afanes de lucro, está tomando posesión entre las lacras que hoy padecemos en La Habana. Se trata de las peleas de pajaritos, una afición demencial que consiste en disfrutar viendo cómo se agreden y matan, tomeguines, negritos y azulejos, entre otras pequeñas aves endémicas de la Isla.
No son el torero y el toro, ni gallos y perros los que se enfrentan, son tomeguines, negritos y azulejos, aves pequeñitas que nacieron para cantar, no para matar
Las corridas de toros, fueron prohibidas en Cuba, en 1901, por el gobierno interventor norteamericano. Las peleas de gallos, herencia hispana con más de medio milenio en nuestro país, han sido prohibidas en diferentes épocas, aunque todavía se toleran, más y menos oficialmente. Las carreras de perros, para las cuales se construyó un magnífico cinódromo en La Habana, durante la década de 1950, fueron eliminadas en 1959. Pero existen, ilegales, relativamente toleradas, las peleas de perros.
El “deporte” de las peleas mortales entre pajaritos son nuevas, fruto sin duda del desmoronamiento espiritual y moral que sufre Cuba. Es una barbarie con serias implicaciones para la ecología. En los encuentros, se emplean ejemplares jóvenes, machos, cuya muerte o deterioro físico pone en peligro la continuidad reproductiva de aves en veda permanente, a la vez que disminuye el flujo migratorio de aves canoras.
El periodista Yanel Blanco Miranda, escribe en la revista Juventud Técnica: “Aunque existen leyes que prohíben la colecta y venta de aves silvestres, hay personas que violan esas disposiciones y extraen valiosos ejemplares de su medio natural, poniendo en riesgo la diversidad biológica de esas especies en la Isla”.
Entre las aves canoras objeto de especial interés lucrativo aparece el negrito (Melopyrrha nigra), exclusivo de Cuba e islas Caimán. Más de siete mil de esas avecillas se capturan por año. Muy atractivas por su canto melodioso, reciben el calificativo de canario negro. La ornitóloga, máster y curadora Xochitl Ayón, refiere el curioso descubrimiento de variación rítmica del trino, según locación silvestre en la isla.
Dice Ayón: “En la actualidad la caza de aves con destino al comercio ha tenido en Cuba un aumento significativo con respecto a épocas anteriores. Es alarmante la cantidad de animales que se extraen al año con fines de lucro”.
Apunta que una encuesta que realizó a treinta y seis pajareros, en 2002, arrojó que atraparon alrededor de 25 mil pajaritos. Aunque la cifra seguramente es mayor, porque cazadores de aves canoras hay por todas partes.
El tráfico de animales es ciertamente un problema global, y Cuba, por la diversidad de especies propias, resulta blanco del comercio ilegal, como lo evidencian los informes de la Aduana. Se clasifican diecinueve especies de aves en veda –son más- entre las más comercializadas.
Triste espectáculo –generalmente los domingos– brindan decenas de hombres, mujeres y hasta niños colgando jaulas-trampas en los paraderos del Tren Eléctrico de Hersey, que conecta las provincias de La Habana y Matanzas. Los cazadores se desmontan en ilegales cotos de caza, donde horas después, con sus capturas, tomarán el tren de regreso. Ninguna autoridad enfrenta esta práctica ilegal, a pesar de no pocas prédicas y alertas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Urge aplicar medidas drásticas contra los depredadores, para salvar a nuestras aves endémicas y autóctonas.
Debemos acabar con las peleas de pajaritos.
cosanoalen@yahoo.com