LA HABANA, Cuba, 20 de diciembre de 2013, Frank Correa/ www.cubanet.org.- Yury León Del Risco, jefe de una brigada municipal de Salud Pública, y vecino de calle 230, número 306, entre Tercera A y Tercera, Jaimanitas, al regresar de la discoteca de Baracoa, el jueves 18 de diciembre, a las dos de la madrugada, encontró un auto patrullero parqueado en el frente de su casa.
Como no tenía delito, lo bordeó tranquilamente. Pero, al abrir la puerta de su domicilio, sintió los ronquidos de los policías. La falta de alumbrado sumía la calle en una “agradable” penumbra. Tenían las ventanillas subidas. Estaban recostados, con las gorras tapándoles las caras. Yury se acordó de las “orientaciones” recibidas la noche anterior en la reunión del CDR, donde se pidió a los ciudadanos que encontraran policías durmiendo en los autos, cooperar llamando al 106.
Entró a hurtadillas. Tomó lápiz y papel para anotar la matrícula, pero cuando se agachó para escribir, los policías se despertaron y la emprendieron contra él. Según palabras del propio Yuri, lo estrujaron vilmente, y lo esposaron, colocándole los brazos tan arriba en la espalda que lo dañaron. Bajo protesta, lo metieron en el auto y fue llevado a la estación de policía de Siboney, donde lo entregaron al “carpeta”, que levantó un acta por alteración del orden público y le impuso una multa de veinte pesos.
Yuri lanzó la multa sobre la mesa. Dijo que no la iba a pagar, por injusta. Pidió un certificado médico por lesiones, pues sus muñecas estaban amoratadas. El carpeta le dijo: ¡Sí… cómo no…! En cuanto se te baje la hinchazón.
Amaneció en la estación de policía, encerrado en un cuarto para interrogatorios. A las seis, con el cambio de guardia, la patrulla de relevo lo llevó al hospital militar. Y en vez de un examen de sus brazos, le hicieron la prueba de aliento etílico, porque en su declaración constaba que el hecho ocurrió al regresar de la discoteca.
Dice Yuri que la prueba consintió en que un médico llenara una planilla sin siquiera mirarlo. Y anotó: Positivo.
Yuri recriminó al médico, le dijo que hacía eso porque era militar, y para tapar a dos policías dormilones que roncaban más fuerte que su abuelo. Volvió a reclamar un certificado por lesiones y el galeno respondió que no veía nada malo en sus muñecas.
Yuri regresó a su casa a las ocho, en transporte público, muy molesto. Al dijo a los vecinos que, por haber cumplido lo “orientado” en la reunión del CDR, lo habían estrujado, esposado y multado. Además, declarado, en acta, como borracho perturbador del orden.