LA HABANA, Cuba, septiembre de 2013, www.cubanet.org.- Desaparecieron del Parque de los Próceres Africanos los bustos de Eduardo Chivambo Mondlane, primer presidente del Partido Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), y de Patricio Lumumba, fundador de la República Democrática del Congo. Ya había desaparecido, en ese parque, la tarja adosada a la base del monumento de Kwane Nkrumah, ubicado entre las calles 11 y 13, 64 y 66, del municipio Playa.
Hasta hace poco, el parque reunía las estatuas de quince próceres africanos. Algunas donadas por los gobiernos de sus países y otras realizadas por artistas cubanos, como Alberto Lescay y Andrés González. La Sociedad de Amistad Cubano-Africana creó esta galería a cielo abierto. La primera escultura –inaugurada el 17 de septiembre del 2000– fue la de Agostinho Neto, la cual vino de Angola.
De los quince políticos que estaban representados, 10 fueron presidentes o primeros ministros de sus países, 9 participaron en la formación de las nacientes repúblicas africanas, que surgieron tras el fin de la colonización europea, y 9 defendieron las doctrinas socialistas o marxistas.
Presunto motivo
Este no es un caso de sustraer una estatua de mármol de un cementerio, para colocarla en el jardín de una casa de familia. Es posible que la finalidad de los actuales robos implique la destrucción de la obra artística.
Como en Cuba no existe un mercado mayorista de materias primas (menos aún de oro y plata), puede que algunos joyeros callejeros hayan decidido robar esculturas, de bronce o de alguna aleación dorada, para sus trabajos de artesanía.
El robo de esculturas de metal de lugares públicos, tiene antecedentes. El 16 de marzo de 2002, autoridades de los gobiernos de Austria y de Cuba, inauguraron en el pequeño parque entre las calles Línea y G, del Vedado, una estatua del compositor austríaco Johann Strauss (hijo), réplica de la del Stadtpark de Viena. La estatua no cumplió un año sobre su pedestal. Su desaparición fue un misterio. Dicen que un día llegó un camión, y unos hombres se bajaron a desmontarla. Algunos testigos pensaron que la iban a retirar para darle mantenimiento. Pero no. Se la llevaron para siempre.
Hace unos dos años, colocaron un busto dorado, con la efigie del líder turco Kemal Atatürk, en otro parquecito triangular, rodeado por las calles Línea, K y 13, muy cerca del anterior. Su vida duró lo que un relámpago. Se llevaron hasta la tarja, que también lucía dorada.
¿Qué hacer?
Para evitar que tales actos se repitan, es necesario iluminar los parques y zonas públicas, especialmente si albergan monumentos históricos y artísticos, y también colocar cámaras de seguridad, pues contratar a 3 o 4 custodios para que vigilen una estatua, de día y de noche, como ha sucedido con la de John Lennon, en un parque del Vedado, es tarea de locos.
Sería preferible que el Estado venda oro y plata (no a los precios prohibitivos a los que nos tiene acostumbrados), o que permita a los joyeros importar esas materias primas. Si no se libera la gestión económica privada, y se sigue descuidando el patrimonio público, será mejor que el gobierno les diga a los donantes extranjeros, cuando quieran regalarle alguna estatua que brille: “No gracias, no podemos aceptarla, porque se la van a robar”.