MIAMI, Florida, 30 de abril de 2013, 173.203.82.38.- De vuelta a Estados Unidos, donde vivió varios años antes de regresar a Cuba para realizar la oposición, Antonio Rodiles dijo ayer por la tarde, en Miami, no sentirse muy esperanzado con los viajes al exterior de los disidentes, a los que, finalmente, ha accedido la dictadura.
“Los viajes no son la esperada señal, pero sí el paso más osado (del gobierno)”, dijo frente a un auditorio multi-generacional, en una sala de actos de la facultad de Leyes de la Florida International University (FIU), en el inmenso campus ubicado en el South West de Miami. En el panel también estaban el prisionero político del grupo de los 75 Normando Hernández, el escritor y analista político Carlos Alberto Montaner y el politólogo Juan Antonio Blanco.
Como símbolo, una torrencial lluvia primaveral antecedió a la presentación de este joven activista que se perfila como uno de los más sólidos líderes cubanos para el cambio, o para la transición que se avecina, cuya fecha aproximada nadie es capaz de vislumbrar. Ni siquiera Rodiles, que vive dentro de una dictadura. Aunque observa con atención los posibles rumbos en los que podría desembocar el totalitarismo más viejo a día de hoy en el planeta, él no ve nada claro, excepto la terrible posibilidad de una ola de violencia aún peor que la ocurrida en la década de los 90, cuando el denominado Período Especial (eufemismo de crisis económica) dejó al país en una profunda ruina social, económica y moral, y por tanto, entonces, la delincuencia se apoderó de las calles en niveles alarmantes.
Apurado un poco por su compatriota en el exilio Carlos Alberto Montaner, Rodiles aseguró ayer que no ve la salida por ningún lugar, aunque “dentro del poder hay conciencia de que este sistema es disfuncional”, comentó.
El anteriormente nombrado por Rodiles Juego del Gato y el Ratón, en referencia a las acciones de la policía política y la disidencia, es una pérdida de tiempo, un desgaste. “Un activista en la calle es mucho más efectivo que un activista preso”, aseguró.
Zonas Blandas
Rodiles se refirió fundamentalmente a la articulación de la sociedad (ni más ni menos que la línea de trabajo de su proyecto socio-cultural, Estado de Sats), y para apoyar su idea se refirió a otra organización, UNPACU, que trabaja en este mismo sentido en Santiago de Cuba. Pero aclaró que él no separa a los cubanos de adentro con los de afuera. De hecho, ha venido a Miami para promover su proyecto. “En este punto estamos hoy, en el de generar una articulación de la sociedad”.
Montaner, interesado en conocer de primera mano por dónde podría resquebrajarse el telón de acero de la dictadura, citó algunos estamentos de poder “a la cubana”, haciendo un recordatorio de cómo comenzó el cambio en Europa del Este. Pero Rodiles dijo que nada se parece a aquello, que por donde único podría comenzar el cambio es por la Asamblea Nacional del Poder Popular (en Cuba, simulación de Parlamento), “pero no creo que esto sea un vehículo”, dijo, “porque todavía no hemos podido llegar a un gran número de cubanos”.
“La famosa chispa no se ha producido nunca”, aseguró Rodiles en referencia a un Efecto Mariposa de la sociedad cubana, que pudiera ocurrir, por ejemplo, un Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución, un efecto contagio que “es una fantasía y nos ha hecho mucho daño. La chispa, o el sueño de la chispa, lo que hace es prolongar una transición”, argumentó el joven científico devenido en político.
“No nos engañemos. El gobierno no está estructurando reformas. Este es el germen de una economía informal, donde se crea un capitalismo tercermundista con altísimos niveles de corrupción. Un policía de tránsito parado en una esquina gana un 30 por ciento más que un médico especialista. Por eso, con respecto a la idea de levantar el embargo, sería como darle oxígeno al gobierno; es como ponernos encima una aplanadora”.
“No me gusta pensar en el cambio con la desaparición física de los caudillos. Nos estamos jugando los próximos veinte años ahora mismo. Este es un momento crítico”, reflexionó Rodiles, sobrino de general del ejército cubano.
Respondiendo a Montaner, dijo que sí existen zonas blandas, pero hay que esperar a los próximos meses para observar lo que ocurra con Venezuela. El gobierno de la isla, comentó, tiene miedo. No obstante, “la violencia viene”.
“Vivimos en un estado en ruinas, de miseria, donde no hay que argumentar demasiado delante de un policía. El gobierno trata de ganar tiempo, hace maniobras para su permanencia y se le ve con mucha prisa. Cuba empieza a parecerse a los países del ALBA”, expuso Rodiles.
Demanda Por Otra Cuba
La idea de que Cuba comienza a parecerse a los países del ALBA obviamente es muy triste. Si en Cuba se inspiraron estos países, estos gobiernos, a la sombra del petróleo venezolano, ¿cómo es posible entonces que la isla comience a tomar como modelo el resultado de su inspiración?, una secuela que se aleja de la democracia, tan necesaria en la mayor de las Antillas.
Según Rodiles, “ponernos debajo de la sombrilla de la ONU es una garantía para los cubanos”. Es por ello que su proyecto va enfocado a obligar a la dictadura a que ratifique los pactos que en su día firmó con el organismo internacional, los que hablan de paz, democracia, libertad individual de pensamiento y palabra.
Él vio una línea de ataque por esta vía, como mismo, en su día, la vio Oswaldo Payá en atacar los puntos débiles de la constitución y presentó una demanda ciudadana ante el falso parlamento.
Valiente, sosegado, un tanto diferente al estándar del temperamento cubano y a todas luces lejos del chovinismo, Antonio Rodiles, como bien dijo ayer Carlos Alberto Montaner, traspasó la Línea Roja de la dictadura y pagó por ello con cárcel y torturas físicas y psíquicas. La Demanda Por Otra Cuba molestó mucho al gobierno. Y éste, abyecto como es usual, aprovechó la primera coyuntura para meterlo en un calabozo bajo acusaciones de desorden público. Curioso: un hombre tan correcto.
Rodiles, dijo, respeta a los que quieren que se levante el embargo estadounidense para “desbaratar aquello”. Pero, junto a otros destacados activistas como Berta Soler, José Daniel Ferrer, Fariñas, prefiere, en este apartado, una línea dura.
“No somos pocos los que pensamos así dentro de Cuba, créanme”, finalizó.
Rodiles llegó a Miami coincidiendo con las giras que realizan otros activistas pacíficos desde que el 14 de enero comenzó a regir la nueva política migratoria cubana. Primero estuvo en esta ciudad del sur de la Florida, de aquí viajó a Puerto Rico y luego regresó.