LA HABANA, Cuba.- Continúan lloviendo las informaciones y comentarios sobre los resultados de la elección presidencial del pasado domingo en Venezuela. Y es natural que así suceda. La magnitud del escamoteo que ha pretendido perpetrar el Consejo Nacional Electoral (CNE) del país sudamericano ha sido tal, que es lógico que tanto los ciudadanos como los observadores extranjeros se centren en ese tema.
Las redes sociales rebosan de filmaciones de las protestas multitudinarias que se suceden en diversos puntos de la geografía venezolana. En el plano personal, no me impresionan tanto las concentraciones escenificadas en Caracas; en definitiva, se trata de una gran urbe con millones de habitantes. ¡Pero que eso mismo suceda en Barinas, la pequeña capital del estado en que nació Chávez!…
Estas manifestaciones impactan aún más si tenemos en cuenta que ellas no han sido precedidas por alguna convocatoria oficial de la dirigencia opositora.
La oposición veenzolana
En este sentido, hay que decir que los líderes del movimiento cívico antichavista (el candidato que en realidad triunfó en los comicios, Edmundo González Urrutia, y la lideresa María Corina Machado, a quien el dictador Maduro no le permitió postularse) se han mostrado comedidos.
Al igual que lo hicieron durante todo el proceso electoral, ellos, mostrando gran inteligencia, son renuentes a actuar conforme a los deseos del régimen dictatorial.
Así sucedió, por ejemplo, cuando Machado fue inhabilitada de modo arbitrario por el régimen para figurar como candidata; o cuando sucedió lo mismo con la candidata alternativa que ella respaldó de inicio, Corina Yoris.
Supongo que, en esa coyuntura, el dictador Maduro y sus incondicionales pensaron que la postura de la oposición se centraría en reclamar el levantamiento de la arbitraria veda a las candidaturas de ambas damas. Sin embargo, no fueron por ahí los tiros: En definitiva, la lideresa María Corina (y el grueso de la oposición junto con ella) dio su pleno respaldo a otra candidatura ya inscrita: la de Edmundo González Urrutia. El resto es historia.
Los resultados de los comicios
Algo parecido ha sucedido tras el anuncio de los resultados falsos de los comicios. La actividad de la dirigencia opositora se ha centrado no en las protestas, sino en documentar y demostrar la magnitud del fraude perpetrado.
Venciendo grandes dificultades, consiguieron las actas de tres cuartas partes de las mesas electorales. Según sus datos, González había obtenido 6.275.182 votos, frente a 2.759.256 de Maduro.
Con una diferencia de más de tres millones y medio de sufragios, y faltando las actas de apenas una cuarta parte de las mesas, sí resulta irreversible la victoria de don Edmundo.
Esto contrasta con los datos anunciados por Elvis Amoroso en los primeros minutos de este lunes. Según aquellos (y como destaqué en mi anterior artículo consagrado al tema) el supuesto “triunfo de Maduro” no podía catalogarse de “irreversible”.
Este hecho de centrarse en documentar el gigantesco fraude perpetrado posee extraordinaria importancia. En el plano interno, no sólo de cara a los opositores venezolanos (que pueden constatar así la magnitud de la victoria por ellos alcanzada), sino incluso ante los chavistas (que pueden palpar hasta dónde llega el rechazo de sus conciudadanos a Maduro).
La respuesta internacional
En el plano internacional, es la oposición antichavista la que se ha esforzado por dar cumplimiento a lo solicitado por numerosos gobiernos extranjeros (los cuales, al poner en duda los datos oficiales, reclaman que estos sean desglosados por estados y por mesas electorales).
Hasta el mexicano AMLO lo ha solicitado así (¡lo que es mucho decir!), pero el flamante CNE da la callada por respuesta, y su sitio oficial permanece inaccesible.
En la rueda de prensa en la cual anunció los resultados verdaderos de los comicios, María Corina declaró: “Afortunadamente, aunque sacaron a nuestros testigos de cientos de mesas de votación, nos contactaron otras personas que estaban ahí, así que nos concentramos en nuestro trabajo”.
Creo que este apoyo (proveniente de individuos que se supone que sean gobiernistas) merece algunas consideraciones. Estas pueden resultar especialmente útiles para aquellos que estiman que es un error confiar en los resultados de un proceso electoral como vía para librarse de una dictadura del “socialismo del siglo XXI”.
Rechazo interno al régimen
Un aspecto nada despreciable de esto que en realidad ha sido una gran derrota del chavismo es el creciente rechazo al régimen de Maduro que crece dentro de su mismo bando. Se trata de una realidad que no debería de causar asombro.
No hay que olvidar que el sistema entronizado por el teniente coronel golpista se las arregló para transformar a Venezuela, un próspero país que era destino de numerosos emigrantes españoles o italianos, en una tierra miserable y ruinosa, de la que escapa todo el que puede.
Tanto es así, que se calcula en más de siete millones el número de los venezolanos que se han radicado en el extranjero. Esto lo comprende con facilidad un cubano, pues es lo mismo que, como resultado del castrocomunismo, ha sucedido por desgracia en esta bella isla que era conocida como la “Perla de las Antillas”.
Ese creciente rechazo se observa con claridad, incluso entre antiguos dirigentes que se desmarcaron de los esfuerzos reeleccionistas del actual presidente.
El desmarque del madurismo
En un trabajo publicado días atrás en PanAm Post, José Gregorio Martínez señala: “Media docena de dirigentes chavistas promueve la derrota de Maduro”. El colega recuerda los nombres de Andrés Izarra, Juan Barreto, Rafael Ramírez, Antonia Muñoz, Gabriela Ramírez, Rafael Uzcátegui. Si eso es verdad de grandes aprovechados, ¿qué dejaremos para los simples ciudadanos de a pie!…
En efecto, parece natural que, si ese desmarque del madurismo se observa entre antiguos ministros, gobernadores, diputados, una “Defensora del Pueblo” y un Alcalde Metropolitano de Caracas, sea aún más intenso entre los chavistas de filas… Y conste que esto incluye a muchos de quienes representan al oficialismo en los órganos del Poder Electoral… Muchos de estos —supongo— serían las “otras personas que estaban ahí” que mencionaba María Corina.
Para abundar en el tema, resulta ilustrativa la crónica publicada en Infobae por Joshua Goodman y Regina García Cano.
Los colegas narran que el dictador Maduro envió tropas “para amedrentar a los opositores”, pero lo que interesaba a los soldados era ver a la lideresa opositora… Por eso preguntaban con interés a los mismos que se supone que iban a intimidar: “¿Llegó la señora?”.
Los autores recuerdan que los escalones inferiores de las fuerzas armadas (incluyendo a “los oficiales de bajo rango”) “no se están enriqueciendo”.
La brava electoral
En ese contexto, consideraban probable que, ante un decidido rechazo popular a la “brava electoral”, las fuerzas armadas se nieguen a reprimir las protestas. ¡Allá el dictador si confía en enviarlas a reprimirlas!
En igual sentido apuntan las respuestas dadas por la misma María Corina al colega Joaquín Sánchez Mariño en una entrevista publicada en Infobae: “Hay chavistas que ya me preguntan por la transición y quieren colaborar”.
O también, cuando la lideresa señala que, a la pregunta de “¿Quién defiende tu voto?”, los venezolanos solían responder: “Los testigos, el CNE, los partidos políticos”. Pero hoy no; hoy contestan: ¡“Yo”! “Yo defiendo mi voto”…
Y eso es lo que están haciendo los ciudadanos de la fraterna Venezuela: defendiendo su voto. Al término de mi anterior artículo consagrado a este tema, yo escribía: “¡El bravo pueblo venezolano apenas ha empezado a hablar!”. Y ahora continúa haciéndolo con gran valentía. ¡Y pensar que todo comenzó por la participación en unas elecciones!
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